
“Estación Zombie” (“Tren a Busán” es el título original), de Yean Sang-ho, retoma la idea de los espacios de un tren como lugares donde se dan cita lo inesperado con lo siniestro. Aquí, los pasajeros de un tren rumbo a Busán se ven acosados por hordas de zombis caníbales. En un lado, están los “incontaminados” que intentan subsistir usando el coraje o la astucia. En el otro, los seres sin alma que lo infestan todo, amenazando acaso la supervivencia de la humanidad misma.
Hasta ahí, nada que no hayamos visto en muchas películas y series de televisión. La originalidad está en la capacidad de Yeah Sang-ho para mantener un ritmo enloquecido, hallando imaginativas soluciones para relanzar una narración que parecía destinada a la mecánica sucesión de actos de agresión y defensa. Y para darle al conjunto un aire de exaltado y gozoso filme de “serie B” de aventuras, horror y catástrofe, que se da el lujo de dialogar, sin complejo de inferioridad, con clásicos como “La danza de los vampiros”, “Asalto a la prisión 13”y “La guerra de los mundos”. Y con los filmes de zombis de Romero, por supuesto.
Esta épica del horror combina el talento plástico con el drama familiar y la fábula política. Los seres desarticulados, con los miembros fracturados, avanzan en hordas que colman el encuadre con precisión coreográfica. Dentro del tren, ese microcosmos, se reproducen las divisiones de clase y las desconfianzas que separan a los coreanos. Fuera, o en los vagones sellados, están los apestados que nadie quiere tener cerca. Los zombis, desde hace tiempo ya, se han convertido en significantes abiertos, dispuestos a encarnar los males de la época, desde el consumismo hasta la deshumanización. El impresionante plano picado de la mancha de zombis aferrados al tren en movimiento remite a las imágenes de los desplazamientos humanos masivos y desesperados que vemos en el Mediterráneo y en tantas fronteras.
El giro final, con la imagen de una familia alternativa, constituida dejando atrás a la norma patriarcal, aleja a la película de las resoluciones clásicas con regeneración de la familia nuclear, típicas de las fantasías apocalípticas del cine occidental.
Ricardo Bedoya