“Los productores en mi país son altamente competentes como productores de campo; sin embargo, a nivel de negociaciones internacionales, búsqueda de fondos, ventanas de exhibición y mercados cinematográficos, necesitan urgentemente capacitarse para poder llegar al nivel de otras industrias de la región”.
“Si queremos atraer producciones extranjeras para que filmen en nuestro país, debemos estandarizar los costos de producción, equipos y técnicos para que la industria local también se beneficie y fortalezca”.
“En mi país se produce una gran diversidad de películas, pero en el extranjero no se conocen y no son seleccionadas en festivales de prestigio, por lo que se hace necesario establecer una agencia de promoción internacional de nuestro cine que permita que los programadores internacionales fijen su atención en las películas locales”.
“Los públicos de mi país buscan maneras de entretenerse y educarse, y el cine es una manera privilegiada de lograr ambos objetivos, pero las autoridades locales no comprenden los beneficios de acercar el cine a la población”.
¿Suena familiar? Estas frases no corresponden a gestores cinematográficos peruanos, aunque así lo parezca; pertenecen a los participantes de la última promoción de SOFA, la escuela para agentes cinematográficos creada por Nikolaj Nikitin, el programador de la Berlinale para Europa del Este. SOFA es un programa que ya cuenta con cinco ediciones, a través de las cuales ha capacitado a más de 40 profesionales cinematográficos de países como Polonia, Israel, Georgia, Bielorrusia, Grecia, Estonia, entre otros[1].
Los proyectos seleccionados buscan mejorar las condiciones de la actividad audiovisual de sus países, ya sea a través de la organización de festivales y ciclos especializados, el establecimiento de cinematecas y salas alternativas, la construcción de infraestructura relacionada a filmaciones, la capacitación de técnicos o la formación de públicos.
Desde sus últimas dos ediciones, el evento se divide en dos talleres: uno en Polonia en el mes de agosto, dedicado a la conceptualización y desarrollo del proyecto seleccionado, y otro en Georgia en abril del siguiente año, enfocado en los aspectos de marketing del proyecto y sus posibilidades de conseguir financiamiento para volverse realidad. Este año, acudí al taller de Georgia en calidad de mentora, lo que me permitió ser testigo de esta segunda parte del evento.
El evento cuenta con el apoyo del programa MEDIA de la Comisión Europea, así como del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania y los institutos cinematográficos de Georgia y Polonia para la realización de ambos talleres. Los mentores provienen de diversos países y disciplinas, como el francés Renaud Redien Collot, de la escuela de negocios Novancia, quien se encargó del módulo de marketing enfocado en gestión de proyectos; la alemana Sonja Heinen, directora de European Film Promotion, entidad que asocia a las agencias europeas de promoción internacional cinematográfica; el israelí Katriel Schory, director del fondo cinematográfico de su país y productor de amplia experiencia, entre otros. Asimismo, se organizan charlas y proyecciones abiertas al público en general, como sucedió con la presentación de la cinta rusa Dovlatov (estrenada en la última Berlinale en competencia oficial) a cargo de su productor Artem Vasilyev, quien conversó con los participantes de SOFA sobre la estrategia de distribución local de la película, la cual obtuvo 4 millones de espectadores en Rusia en apenas diez días de exhibición.
La estructura del taller permite una retroalimentación personalizada, dirigida a mejorar la presentación de los proyectos ante posibles financistas, sean privados o públicos. Es por ello que se hace un especial énfasis en los presupuestos y los esquemas de financiamiento, los cuales deben ser explicados de manera comprensible en una presentación final ante invitados externos. En ese sentido, si bien los costos y características de los siete proyectos seleccionados eran muy diversos, los mentores prestaban atención a cada uno en sus particularidades, concentrándose en la importancia de llevarlos a cabo para cubrir las necesidades del sector cinematográfico del país de procedencia de cada participante.
Para un gestor relacionado al cine y el audiovisual, pasar por SOFA implica críticas y comentarios por parte de expertos internacionales que tienen como objetivo fortalecer su proyecto. Un ejercicio de esta naturaleza es fundamental para cualquier tipo de proyecto cultural, especialmente en sectores en proceso de consolidación como el audiovisual en el Perú, donde urge establecer espacios de aprendizaje e intercambio.
Ser parte de SOFA me permitió reconocer muchas similitudes entre la actividad cinematográfica en el Perú y las de países de Europa del Este, como la problemática de la distribución nacional y la promoción internacional de las producciones locales, o la dificultad para acceder a financiamiento para iniciativas de gestión cultural. El principal aprendizaje para los participantes es que no basta con tener una “buena” idea de proyecto, sino que también es necesario desarrollarla, conceptualizar la verdadera problemática que se pretende resolver con su implementación y planificar cuidadosamente el presupuesto requerido para su ejecución, así como identificar los posibles socios y alianzas para su financiamiento, para finalmente “empaquetar” toda esta información de manera clara, ordenada y atractiva, con el fin de realizar los proyectos de manera sostenible y beneficiosa para el sector audiovisual en su conjunto.