“Venom” busca y busca pero no llega a encontrar ni el tono, ni la atmósfera, ni la gracia, ni la oscuridad que se asoma por ahí sin atreverse a salir.
Parece una parodia, pero le cuesta abrirse al humor alusivo o a lo burlesco.
Parece el retrato de un héroe pesimista y abrumado con lo que le ocurre, pero no se atreve a profundizar en su filón más turbio e inquietante.
Parece querer aprovechar a Tom Hardy y contrastar su aspecto fiero y masivo con algún costado hilarante, pero los diálogos con el ser que alberga resultan tragos destilados de puro ridículo.
Parece apuntar el dedo acusatorio hacia las corporaciones inescrupulosas que arruinan el planeta, pero la amenaza se resume en los propósitos de un villano adormilado y fofo que es expulsado de escena de la manera más expeditiva. Se lo merece.
Este spin-off del mundo del Hombre Araña parece destinado a presentar el nacimiento de un “vigilante de la noche” feroz e implacable, pero se echa atrás. Pule cualquier aspereza, atenúa los choques, filma con recetario las secuencias de acción y trata con remilgos la violencia.
Ricardo Bedoya