En el campo del largometraje no se produce ninguna otra cinta peruana de ambientación amazónica hasta 1983. Ese año se estrena El viento del ayahuasca, de Nora de Izcue, producida por Kinoks Filmaciones S.R.L. y el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica, con la actuación de Silvia Chávez Toro, Johnny Palacios y Melitón Delgado.
Narra la historia de Miguel, un sociólogo limeño que conoce en Iquitos a Nexy, joven del lugar. Ella está poseída por múltiples e inexplicables terrores. Teme, por ejemplo, a los Yacurunas, seres mitológicos de la amazonía, que amenazan con llevarla a vivir con ellos en la profundidad del río.
Miguel ayuda a Nexy a superar sus miedos con ayuda de la ayahuasca, que le suministra en forma ritual el curandero Melitón. Nexy tiene visiones y alucinaciones. Ve su infancia y asiste a la destrucción de la cabaña en la que vivió con su familia. La pareja se interna en la selva como parte del tratamiento y Nexy desaparece. El sociólogo participa en las ceremonias y va comprendiendo el significado de los ritos y creencias del lugar.
El viento del ayahuasca fue el primer largo de Nora de Izcue Fuchs (Lima, 1934), que filmó en la región amazónica algunos cortos como El Juancito o Canción al viejo Fisga que acecha en los lagos amazónicos.
El viento del ayahuasca tiene como antecedente un proyecto de largo documental sobre las prácticas de los curanderos, médicos folclóricos y chamanes del lugar, que no se llega a filmar. Poco a poco, la ficción ganó la partida y el guión se orienta a ilustrar la historia de las tensiones suscitadas entre las creencias de un sociólogo capitalino y las manifestaciones mágicas de la cultura amazónica.
Tal es núcleo argumental del relato, filmado con vocación de registro testimonial, afanes etnográficos y sencillez documental. El interés del filme radica en la cualidad de la observación despojada y distante de un medio empobrecido pero de riquísima tradición cultural, expresada en creencias (la leyenda de los yacurunas, seres malignos que habitan en la profundidad del río) y rituales, como el de la “cura” con ayahuasca.
Pero una vez suscitado el conflicto de la desadaptación de la protagonista, Nexy (Silvia Chávez), aterrada con los espíritus nocivos del lugar, la cinta flaquea.
El socio de Dios (1986) es el tercer largo “biográfico” de Federico García Hurtado, luego de Melgar, el poeta insurgente y Túpac Amaru. El guión es de Roger Rumrill y Federico García, con producción de Cinematográfica Kuntur S.A. y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica. Actán Adolfo Llauradó, Ricardo Tosso, Belisa Salazar, René de la Cruz, Carlos Vértiz, Juan Manuel Ochoa, entre otros.
La figura del empresario cauchero Julio César Arana se convierte en pretexto para una reflexión sobre las maniobras de las grandes potencias imperialistas presentes a principios de siglo en la Amazonia peruana. Maniobras de empresas de Estados Unidos y Gran Bretaña que buscaban capturar en exclusividad el negocio del caucho, que Arana manejaba con inflexible seguridad.
Pero el realizador no se conforma con narrar, en forma clara y ordenada, los hechos que originaron la leyenda negra de Arana, que también fungió de productor cinematográfico en los días del cine silente peruano (El oriente peruano). El socio de Dios intenta exponer, en forma documentada, las dimensiones de la injerencia extranjera en la política nacional durante las primeras décadas del siglo. Eso obliga a Federico García a realizar una exposición, narrada en off y verbalizada al extremo, acerca de los pormenores estratégicos y tácticos del “voraz imperialismo”.
Por eso el filme es también un alegato contra las circunstancias históricas y económicas que desangraron a la Amazonía, según interpretación de García. Dimensiones sazonadas con dosis de realismo mágico y una fidelidad en la reconstrucción atmosférica y de época que buscaba medirse en pie de igualdad con la de Fitzcarraldo (1982), la cinta de Werner Herzog sobre la trayectoria del otro célebre cauchero, Carlos Fermín Fitzcarrald.
La revista Caretas comentó la película:
“El socio de Dios no es San Pedro sino Julio Arana, un comerciante peruano de comienzos de siglo que deja su negocio de sombreros de paja para volverse rico explotando caucho en la región del Putumayo. Pero Arana tiene serios problemas. Lo investigan por maltratar y matar a los indígenas que trabajan para él en “La Chorrera”. Su peor enemigo es Fitzcarrald y tiene una esposa locamente enamorada, no de él, sino de su rival. (…) El socio de Dios, filmada durante cinco meses en escenarios naturales de la Amazonía ha movilizado cientos de extras y no ha escatimado gastos (…)” (G.E.F., Caretas, 3 de noviembre de 1986)
En clave de cine de aventuras, La fuga del chacal (1987), dirigida por Augusto Tamayo San Román, producida por Producciones Inca Films S.A., Sideral Films, Francisco J. Lombardi y actuaciones de Jorge García Bustamante, Mónica Domínguez, Toño Vega, Lolita Ronalds, Carlos Cano, entre otros, ambienta parcialmente sus acciones en escenarios amazónicos.
Primer largometraje de Augusto Tamayo San Román (Lima, 1953), La fuga del chacal intentó el camino del relato de género de intriga criminal -en este caso con escenas de asalto, fuga y persecución-, hasta entonces transitado con alguna timidez por el cine peruano en cintas como Abisa a los compañeros y Profesión: detective. Su protagonista es un antihéroe limeño, apodado el Chacal, delincuente interpretado por Jorge García Bustamante.
La historia del delincuente que se enfrenta, simultáneamente, a la legalidad y al desorden, simbolizado por el tráfico de drogas pero también con un lumpen agresivo y degradado, fluía con seguridad narrativa. Pero en la segunda mitad se producía un repentino vuelco. La fuga del Chacal se alineaba con las retóricas y referencias iconográficas del cine de héroes invencibles y mitológicos, en la línea de Chuck Norris o Jean Claude Van Damme. La Fuga del Chacal se convirtió en una de las películas más exitosas del cine peruano hasta ese momento, con más de 900,000 espectadores en su recorrido comercial por las salas del país.
Fire on the Amazon, dirigida por Luis Llosa, producida por New Horizons, Pacific Trust, Luis Llosa, con Craig Sheffer, Sandra Bullock, Juan Fernández, Judith Chapman, Eduardo Cesti, Ramsay Ross, Jorge García Bustamante, Reynaldo Arenas, entre otros, se realiza en 1991, pero nunca se estrena en salas públicas, emitiéndose sólo por la televisión por cable.
Filmada en Iquitos, la línea argumental es la siguiente: El dirigente comunal Rafael Santos es asesinado por los enemigos de su prédica pro-ecológica en defensa de los bosques amazónicos, amenazados por los intereses de empresas transnacionales explotadoras del caucho. Un periodista norteamericano llega a Iquitos y se ve involucrado en el conflicto. Descubre que la corrupción se extiende hasta a la policía, que cuida los intereses de los caucheros depredadores de árboles y de la flora amazónica.
La trama opone las artimañas de inescrupulosos caucheros al espíritu combativo e idealista de los defensores de la selva virgen. El arranque de la acción se inspira en el asesinato del activista brasileño Chico Méndez.
En la película aparece Sandra Bullock, más tarde convertida en figura de Hollywood.
También de Luis Llosa, 800 Leagues Down The Amazon, se filma en 1993, con los actores Barry Bostwick, Daphne Zuniga, Adam Baldwin, Daniel Camino Diez Canseco, Ramsay Ross, entre otros. Adaptación de La Jangada, de Julio Verne, es uno de los episodios más frágiles en la asociación de las empresas de Roger Corman y Luis Llosa.
Basada en la novela de Mario Vargas Llosa, Pantaleón y las visitadoras es dirigida por Francisco J. Lombardi, con producción de José Enrique Crousillat, América Producciones S.A. y Producciones Inca Films. Actuaron Salvador del Solar, Angie Cepeda, Pilar Bardem, Mónica Sánchez, Gianfranco Brero, Gustavo Bueno, Tatiana Astengo, entre otros. Versión fílmica de una miniserie del mismo título, la película se convierte en un enorme suceso de taquilla.
Pero tal vez los títulos más notables del cine peruano realizado en la Amazonia durante ese período sean dos cortometrajes: Radio Belén (1983) y Hombre solo (1983), dirigidos por Gianfranco Annichini.