Está detrás de ti

 

 

Está detrás de ti (It Follows), de David Robert Mitchell, suma todos los miedos.  A la enfermedad; al contagio de un mal por transmisión sexual; a la presencia de un extraño merodeador; a la figura del semejante que se transforma en otro; a los cuerpos que mutan a causa de un desarreglo genético o una bacteria; a la incertidumbre sobre la seguridad personal; a la desolación de un ambiente urbano otrora próspero; a la inseguridad causada por la crisis económica.

No hay grandes efectos especiales en Está detrás de ti. Solo una atmósfera cada vez más opresiva.  La película encuentra sus referentes mayores en dos obras maestras del género fantástico. La mujer pantera (Cat People), de Jacques Tourneur, y La invasión de los usurpadores de cuerpos, de Don Siegel.  

Como en la primera, la inquietud tiene un origen sexual y un carácter indefinido. La amenaza es ubicua, invisible a los ojos de terceros, es producto de una transformación física, se vive como una angustia difusa que activa la paranoia y, en una sociedad puritana, su naturaleza vinculada a la sexualidad provoca culpa y desazón. Y , al igual que en Cat People,  el pico del horror se ambienta en una piscina.

Como en la película de Siegel, el terror nace de lo cotidiano, de las prácticas usuales, de la convivencia en una ciudad marcada por una situación social concreta, de la desconfianza ante el carácter del  vecino, del amigo o del prójimo, y de su capacidad para convertirse en alguien distinto, conteniendo en su cuerpo la más siniestra alteridad.

Es una película de terror adolescente, cercana en espíritu a Halloween, de John Carpenter (del que toma la música sincopada de tantos de sus filmes), pero muy distinta en intenciones y resultados. Está detrás de ti contradice el recetario del slasher. Se desinteresa por la identidad del “ente”; no apunta al carácter acumulativo de los crímenes; no cronometra los ataques; no busca sancionar a los gozosos jóvenes.  Porque el sexo, para ellos, está lejos de ser placentero. Es una función acaso necesaria, pero desprovista de atractivo. Como retrato de una generación abúlica, Está detrás de ti inventa un ser maléfico que encarna el disgusto y el displacer por el deseo gratuito y dilapidador que se impone en tiempos de mero pragmatismo. Interesante leer esta película a la luz de los notables textos que escribió Robin Wood sobre el miedo y la sexualidad en el cine de terror de los años setenta (ver su libro Hollywood from Vietnam to Reagan )

Una figura marca la puesta en escena: los trávelin prolongados, hechos desde vehículos móviles, que recorren una Detroit vacía y fantasmal, atravesando las fronteras urbanas. Esas que los muchachos de las clases acomodadas de la ciudad están advertidos de no traspasar porque más allá de ellas habitan los “otros”, proletarios y negros.   Pero no solo eso.  Son trávelin que van describiendo los rastros del naufragio económico: huellas que enmarcan el horror de la película. Hay una textura documental en esos movimientos de cámara laterales que muestran casas abandonadas,  rincones sombríos, ruinas urbanas. Una iconografía que evoca los retratos suburbanos en tiempos de la Gran Depresión. Los sociólogos del cine hallarán mil vinculaciones entre la bancarrota de la ciudad y el terror que de ahí surge.     

Un último apunte sobre los trávelin de la película. Conforman rutas hacia el laberinto. Van y vienen en un circuito que no encuentra salidas.  Refuerzan los periplos de los personajes, sin escape alguno.

Una gran película, que gana con cada revisión.   

 

Ricardo Bedoya

 

 

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