El “boom” festivalero limeño

De pronto, Lima se ha convertido en una plaza festivalera. En menos de cuatro meses tendremos cuatro festivales de carácter internacional con invitados especiales, jurados y premios.  Eso, sin duda, en principio  está muy bien, más aún cuando se ha podido comprobar el aumento de la programación y del volumen de invitados extranjeros en los dos festivales que ya se han realizado.

Que el tailandés Apichatpong Werasesthakul nos haya visitado es una señal indiscutible de que las cosas se están planteando en serio.  Hemos podido ver, y seguiremos viendo en Transcinema, propuestas valiosas y estimulantes y cada cual ha aportado lo suyo, aunque el balance favorece a Lima Independiente que ha contado, en conjunto, con una competencia internacional muy solvente “Leviathan”, “Avanti Popolo”,  “The Act of Killing”, “People’s Park”, “Pendejos”, “Mapa”, etc.).  Cierto, el FIACID tuvo “La casa Emak Bakia”, los documentales de Ulises Rosell y más, pero al buen nivel de la competencia, Lima Independiente suma entre otras, las películas del tailandés visitante, del francés Silvain George y del argentino José Celestino Campusano (no se pierdan “Fango”), entre otros. Sin embargo, y más allá de esos aciertos de programación, se pueden advertir algunos problemas y señalo a continuación tres de los principales:

 1)     La cercanía de las fechas. El primero, del 28 de mayo al 9 de junio, ha sido el FIACID (Segundo Festival Latinoamericano de Cine Digital). Muy poco después, del 13 al 23 de junio vino la tercera edición del Festival Lima Independiente. Del 4 al 14 de julio viene un nuevo certamen,  Transcinema, y un mes más tarde el Festival de Lima que presenta este año su edición número 17. Dejando de lado el que organiza el Centro Cultural de la PUCP, que ha mantenido sus fechas en la primera quincena de agosto desde su fundación, los otros tres están muy pegados y, en aras de una mejor identificación de cada uno de ellos y para evitar una impresión de “amontonamiento” podrían separarse en el calendario anual, especialmente los dos últimos en llegar, pues el primero que se establece en una fecha adquiere, digamos,  un cierto “derecho” sobre las fechas. El derecho de haber llegado antes que los otros.

 2)     La superposición de perfiles.  El Festival de Lima fijó desde su origen su carácter especializado en el cine latinoamericano. Los nuevos se parecen bastante, aunque entre ellos, Transcinema apunta a los documentales y a las obras experimentales o fronterizas, y Lima Independiente a la producción estéticamente más avanzada y exigente, sea ficción, documental o expresiones híbridas,  Pero si se revisa la programación se puede ver que los tres se nutren de fuentes parecidas que son los festivales de cine que albergan las tendencias independientes o marginales, que favorecen las no ficciones o las modalidades intermedias entre la ficción y el documental. Es decir, el cine que se exhibe en los certámenes de Rotterdam, Viena y Buenos Aires, entre otros. Con los matices del caso, hay un sello que parece repetirse en los tres festivales y eso también afecta el grado de identidad que puedan ir alcanzando.

 Por el momento, Lima Independiente ostenta una cierta ventaja. En la brecha abierta en la región por el BAFICI porteño y, luego, el FICUNAM del Distrito Federal mexicano, Lima Independiente se organiza en torno a lo que se considera (aunque no siempre lo es) la vanguardia del cine más reciente.  La vertiente del documental y las “transficciones” que ha adoptado Transcinema puede ir, sin duda, conformando una personalidad que puede irse estableciendo si el festival se consolida.

 Hoy por hoy, el lado más débil parece estar en el FIACID. De entrada, por el mismo nombre. No tiene sentido, a estas alturas de la  historia, llamar a un festival “de cine digital”, cuando el soporte de todo (o casi)  lo que se ve en los otros festivales es también digital y, más aún, cuando lo digital se está extendiendo de un modo tal que muy pronto el soporte fílmico dejará de usarse. Hace diez años hubiese podido tener todavía una cierta pertinencia hablar de cine digital para diferenciarlo de aquel que ostentaba el soporte fotoquímico. Ahora ya no tiene sentido diferenciarse por lo “digital” cuando todo camina en esa dirección.

3)     La sostenibilidad económica.  No es cosa tan fácil financiar festivales de cine, aún cuando las facilidades de transporte de discos reduce enormemente las operaciones de envío frente al traslado de bobinas y latas que encarecían y complicaban los presupuestos y las logísticas festivaleras.  Pero hay otros gastos (pagos por derechos de proyección,  pasajes y estadía de invitados extranjeros, diversos gastos operativos, etc.) que no se compensan con las modalidades de exhibición gratuita que mayormente  (o en algún caso, solamente) estos festivales ofrecen, lo que significa que no recaudan o que recaudan muy poco.

 Se sabe que la Municipalidad de Lima ha apoyado las tres iniciativas y que se cuenta con otros sponsors que, en realidad, son pocos.  Por eso es que los tres emprendimientos requieren del fortalecimiento de la base económica si es que aspiran, no sólo a alcanzar una continuidad y a lograr una duración respetable, sino a consolidarse como entidades de organización y funcionamiento sólidos.  Este año, sin duda, se ha avanzado, pero hay muchas cosas que ajustar y corregir y para eso hace falta, además de voluntad y entusiasmo, el respaldo financiero. El amateurismo está bien hasta cierto punto, pero hay demasiados festivales en el mundo en estos momentos y la profesionalización (sin títulos ni cartones, necesariamente, que no los hay para directores o programadores de festivales) es una condición que no puede estar ausente en las especializaciones propias del manejo de los certámenes de cine.

 Dejo estas primeras sugerencias que, ojalá, contribuyan a un debate provechoso. Quedan otras ideas que iré apuntando más adelante, espero que en diálogo con otros participantes en este mismo blog.

 Isaac León Frías

 

 

12 thoughts on “El “boom” festivalero limeño

  1. Sí, creo que el tema de las fechas se irá acomodando, aunque claro que Lima Independiente se realiza en junio hace 3 años.

    Me sorprendió, luego de ver varias películas en competencia de Lima Independiente, que más de la mitad eran “no ficciones”. Que eso no quita la calidad de las obras, pero si marca un perfil claro. Tal vez muy parecido a lo que Transcinema podría ofrecer, siendo propiamente un festival de no ficción. De hecho es muy difícil “descubrir” directores y películas, para esto hace falta hacer arduo trabajo de investigación y cuestionamiento de corrientes estéticas contemporáneas. Casi todos los festivales existentes son parte de una cadena alimenticia que parte de los festivales mayores (Cannes, Berlinale, Venecia, Rotterdam, Toronto, Sundance) y los medianos (FIDMarseille, BAFICI, FICUNAM, Valdivia, Viennale). La mayoría de programaciones se hace investigando las selecciones de estos festivales y las reseñas de los principales críticos y medios, para luego visionar y depurar.

    Estuve pensando en que la oferta festivalera de Lima ya no tiene mucho que envidiar a Buenos Aires, excepto por las películas más grandes que finalmente llegan muy rápido a Polvos Azules como para preocuparse por ellas. Entonces si a eso le añadimos la posibilidad de encontrar muchas películas en Torrent y que los cinéfilos mismos puedan detectar ciertas películas usando métodos similares a los programadores, ¿cuál es el objetivo final de un festival?

    De hecho es un placer ver las películas en grande y en un lugar apropiado. Pero más allá de eso, en tiempos de saturación de información no debería ser su principal rol el resaltar obras que no han obtenido tanta atención? Claro que no debería ser el rol de todos los festivales, pero si quiera uno de los mencionados.

    Creo que en general hay un problema en el circuito festivalero que hemos heredado del siglo XX y que poco a poco está perdiendo sentido, ya muchos sabemos que las mejores películas no necesariamente ganan el Oscar y que las películas más vanguardistas no necesariamente tienen atención en los festivales de mayor prestigio. En este sentido, cuál es la vanguardia contemporánea?

    Pero siguiendo con mis ideas desordenadas, seguro seguirán apareciendo festivales y tal vez algunos con perfiles más diferenciados. Ya que cine hay para todos los gustos, y aún la demanda cinéfila no ha sido cubierta en su totalidad. Hay cines que aún no encuentran su festival aquí en Perú. Cines que se escapan un poco del concepto de “cine de autor” difundido desde el nacimiento de los grandes festivales. De todas formas, queda claro que en Lima Independiente se podría ver todo tipo de cine, aunque tal vez la variedad se encontraba más en las secciones paralelas o en la competencia nacional, que en la internacional, que como mencioné a excepción de La legenda de Kasper Hauser, El espacio entre las cosas y White Epilepsy, el resto de películas sí parecían habitar el género contemporáneo de mayor crecimiento: la no ficción. Aunque tampoco me vi todas las de competencia, pero esa es mi impresión.

    Por ahora, se ha visto que EXISTE un público cinéfilo y hambriento que está dispuesto a moverse por Lima en horas puntas para ver una película interesante y ya se está volviendo una buena costumbre la de juntarse con amigos y SALIR a ver una película. Eso me alegra mucho, ya que en Lima solo se veía en Agostos y a dolor de muchos de nuestros bolsillos, ya que el Festival de Lima sigue siendo mucho más caro de asistir que los 3 nuevos. Además de tener un perfil menos claro que los otros, ya que enfocarse en cine latino es muy amplio y la carencia de un programador/curador especializado a convertido la oferta del festival en algo más como una feria de películas festivaleras que otra cosa. Ojalá ahora, con la presión de los nuevos festivales, en Festival de Lima aproveche para exigirse más y distribuir mejor su presupuesto.

    También habría que hablar de la oferta cinematográfica en general. Hay tres importantes sedes que han aparecido y que contribuyen muchísimo: el MALI, la sala Armando Robles Godoy, y el cinearte UVK. La cartelera “alternativa” de cine no solo involucra a festivales sino también muestras, ciclos y otras actividades que deberían mantenerse a la altura de las programaciones de estos festivales y estoy seguro que el público responderá agradecido.

    En conclusión, el balance es definitivamente positivo. Y de hecho da a reflexionar, ya que no solo es un boom festivalero, sino un boom cinematográfico. La existencia de estos festivales está vinculada a la creciente actividad cinematrográfica en Perú, y al final, los mismos cineastas o cineastas en potencia, son parte del público más cautivo de estas actividades. No hay que olvidarse de ellos y que finalmente, otro de los objetivos de estos festivales es fomentar la producción y formación local, además de servir como vitrina internacional para pequeñas producciones nacionales. Sobretodo para las películas con propuestas más inusuales de las que normalmente son aceptadas en festivales internacionales y indirectamente condicionan nuestra percepción del cine que se hace en casa. Creo que estos festivales deberían servir para decirle al extranjero, esto está pasando en Perú y es trascendente por tales motivos.

    Espero que le encuentren sentido a lo escrito.
    saludos,
    JD

  2. Sí, es imposible ver tantas películas en tan pocas semanas. Los organizadores deben conversar y ponerse de acuerdo. Febrero, junio y octubre o noviembre podrían ser buenas fechas.

  3. Se me antoja muy importante subrayar ahora, profesor León Frías, que, en la organización de esos festivales, trabajan personas a quienes usted ha insultado y descalificado en público repetidas veces por ignorantes e incompetentes. Si tenemos suerte, consistencia, salud y buen humor, espero que, algún día, se pueda decir que la práctica audiovisual peruana les debe un cambio de veras importante a esas personas.

  4. Estimado Chacho, no te olvides del OUTFESTPERÚ, un festival chico pero que se ha mantenido por muchos años. No estoy seguro si continúa programándose en una misma o similar temporada, pero creo que (al menos Lima Independiente) debieron de haber cuadrado el asunto de fijar fechas que no se crucen (Lima Independiente se dio del 14 al 23, mientras que el OUTFEST arrancó el 18 hasta este 28 de junio. El año pasado fue similar). Con eso ya son 5 festivales juntos (y cierto, sin contar con el regreso de “Al Este de Lima”). El Festival de Lima y el OUTFESTPERÚ, por el hecho de ser espacios ya asentados, deberían tener cierta prioridad de mantener sus temporadas de proyección, los más recientes sería mejor se puedan reacomodar. Me parece que pasado agosto no hay más eventos de cine, salvo el de Cine Europeo que es entre octubre y noviembre.

    Agrego otro punto a considerar, sobre la coordinación con los espacios de proyección y soportes técnicos. El FIACID (al igual que el año pasado) renovó fallas durante un par de proyecciones (la película se detenía durante su emisión), algo que fue muy frecuente el año pasado con Lima Independiente, pero que ahora no se repitió, en su lugar, si hubo retrasos con las películas. Filmes que esperaban subtítulos, cambios a última hora. Caso el MALI, por ejemplo, en la función de “Avanti popolo” hubo un retraso de media hora. Días atrás (me imagino) fue proyectada con normalidad en UVK. Es decir, transportaron la película a última hora. Son situaciones que creo pueden evitarse. Ha ocurrido también problemas técnicos en la sede del cineclub de la Cayetano Heredia. Esto el año pasado ocurrió en las dos únicas funciones que logré asistir: el sonido se iba, la películas incluso parecía que fueron probadas con anticipación (eso ya no es problema técnico). Esta vez el mismo Festival respondió a estas fallas cancelando su programación en dicha sede. Creo que también se pudo evitar esa situación ya que siempre ese espacio ha venido funcionando. Dudo que el problema técnico halla suscitado de un día para otro.

    Lo último es sobre las películas seleccionadas. Lastimosamente el próximo Transcinema está coincidiendo con filmes de festivales anteriores, aunque en parte deja respirar las billeteras de los asistentes que no quieren perder ningún filme (todavía este último Festival no ha informado sobre si sus programaciones serán con ingreso libre o con valor de entrada).

  5. Son 6 festivales (Al Este de Lima, FIACID, FLI, OutFestPerú, Transcinema, Festival de Lima) entre mayo y agosto. A ello se podría añadir el ciclo de Cine Francés la próxima semana y alguna otra muestra. Evidencia crecimiento, como dice Juan Daniel, no sólo de la organización festivalera, sino de la producción misma, que incorpora prácticamente cada mes una serie de nuevas autorías. Creo que esta dinámica de realización y exhibición -por ahora básicamente cultural-, que esperamos corrija algunos desajustes, se consolide y perdure, es lo que muchos hemos deseado durante largo tiempo que ocurra, lo que me complace en gran medida. Las mejores vibras para los organizadores de todos estos festivales -y de algún otro que más adelante se pueda añadir- que, sin duda alguna, están haciendo un importante aporte a la cultura cinematográfica local. Ahora hay que ir al OutFestPerú y, luego de unos días de pausa, a Transcinema.

  6. En relación a lo que escribe Carlos Zevallos opino que Mario Castro Cobos puede tener el mérito de la actividad cineclubística y también del Festival Lima Independiente (aunque sería bueno consultarle a Campos Gómez a quien sacaron de la programación de Lima Independiente a pesar de hacer un trabajo eficiente), pero lo que escribe lo descalifica. Bueno, lo que escribía, porque que se sepa no escribe ni opina sobre nada (¿cura de silencio?) desde hace dos años, ni siquiera en su blog.
    Espero que se publique este comment que no es un ataque personal.

  7. Yo creo que el silencio le hace bien a Castro Cobos porque así no mete la pata. Deben haberlo convencido porque es verdad que hace como dos años no escribe nada. Está bien que se dedique al festival y a sus actividades de programación.

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