Lima y sus festivales: una opinión de Juan Daniel Molero

El cineasta Juan Daniel Molero ha enviado, como comentario al artículo de Isaac León Frías, esta opinión que publicamos como post, dado su interés. 

Dice Juan Daniel:

“Sí, creo que el tema de las fechas se irá acomodando, aunque claro que Lima Independiente se realiza en junio hace 3 años.

Me sorprendió, luego de ver varias películas en competencia de Lima Independiente, que más de la mitad eran “no ficciones”. Que eso no quita la calidad de las obras, pero si marca un perfil claro. Tal vez muy parecido a lo que Transcinema podría ofrecer, siendo propiamente un festival de no ficción. De hecho es muy difícil “descubrir” directores y películas, para esto hace falta hacer arduo trabajo de investigación y cuestionamiento de corrientes estéticas contemporáneas. Casi todos los festivales existentes son parte de una cadena alimenticia que parte de los festivales mayores (Cannes, Berlinale, Venecia, Rotterdam, Toronto, Sundance) y los medianos (FIDMarseille, BAFICI, FICUNAM, Valdivia, Viennale). La mayoría de programaciones se hace investigando las selecciones de estos festivales y las reseñas de los principales críticos y medios, para luego visionar y depurar.

Estuve pensando en que la oferta festivalera de Lima ya no tiene mucho que envidiar a Buenos Aires, excepto por las películas más grandes que finalmente llegan muy rápido a Polvos Azules como para preocuparse por ellas. Entonces si a eso le añadimos la posibilidad de encontrar muchas películas en Torrent y que los cinéfilos mismos puedan detectar ciertas películas usando métodos similares a los programadores, ¿cuál es el objetivo final de un festival?

De hecho es un placer ver las películas en grande y en un lugar apropiado. Pero más allá de eso, en tiempos de saturación de información no debería ser su principal rol el resaltar obras que no han obtenido tanta atención? Claro que no debería ser el rol de todos los festivales, pero si quiera uno de los mencionados.

Creo que en general hay un problema en el circuito festivalero que hemos heredado del siglo XX y que poco a poco está perdiendo sentido, ya muchos sabemos que las mejores películas no necesariamente ganan el Oscar y que las películas más vanguardistas no necesariamente tienen atención en los festivales de mayor prestigio. En este sentido, cuál es la vanguardia contemporánea?

Pero siguiendo con mis ideas desordenadas, seguro seguirán apareciendo festivales y tal vez algunos con perfiles más diferenciados. Ya que cine hay para todos los gustos, y aún la demanda cinéfila no ha sido cubierta en su totalidad. Hay cines que aún no encuentran su festival aquí en Perú. Cines que se escapan un poco del concepto de “cine de autor” difundido desde el nacimiento de los grandes festivales. De todas formas, queda claro que en Lima Independiente se podría ver todo tipo de cine, aunque tal vez la variedad se encontraba más en las secciones paralelas o en la competencia nacional, que en la internacional, que como mencioné a excepción de La legenda de Kasper Hauser, El espacio entre las cosas y White Epilepsy, el resto de películas sí parecían habitar el género contemporáneo de mayor crecimiento: la no ficción. Aunque tampoco me vi todas las de competencia, pero esa es mi impresión.

Por ahora, se ha visto que EXISTE un público cinéfilo y hambriento que está dispuesto a moverse por Lima en horas puntas para ver una película interesante y ya se está volviendo una buena costumbre la de juntarse con amigos y SALIR a ver una película. Eso me alegra mucho, ya que en Lima solo se veía en Agostos y a dolor de muchos de nuestros bolsillos, ya que el Festival de Lima sigue siendo mucho más caro de asistir que los 3 nuevos. Además de tener un perfil menos claro que los otros, ya que enfocarse en cine latino es muy amplio y la carencia de un programador/curador especializado a convertido la oferta del festival en algo más como una feria de películas festivaleras que otra cosa. Ojalá ahora, con la presión de los nuevos festivales, en Festival de Lima aproveche para exigirse más y distribuir mejor su presupuesto.

También habría que hablar de la oferta cinematográfica en general. Hay tres importantes sedes que han aparecido y que contribuyen muchísimo: el MALI, la sala Armando Robles Godoy, y el cinearte UVK. La cartelera “alternativa” de cine no solo involucra a festivales sino también muestras, ciclos y otras actividades que deberían mantenerse a la altura de las programaciones de estos festivales y estoy seguro que el público responderá agradecido.

En conclusión, el balance es definitivamente positivo. Y de hecho da a reflexionar, ya que no solo es un boom festivalero, sino un boom cinematográfico. La existencia de estos festivales está vinculada a la creciente actividad cinematrográfica en Perú, y al final, los mismos cineastas o cineastas en potencia, son parte del público más cautivo de estas actividades. No hay que olvidarse de ellos y que finalmente, otro de los objetivos de estos festivales es fomentar la producción y formación local, además de servir como vitrina internacional para pequeñas producciones nacionales. Sobretodo para las películas con propuestas más inusuales de las que normalmente son aceptadas en festivales internacionales y indirectamente condicionan nuestra percepción del cine que se hace en casa. Creo que estos festivales deberían servir para decirle al extranjero, esto está pasando en Perú y es trascendente por tales motivos.

Espero que le encuentren sentido a lo escrito.
saludos,
JD”

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