Cine sin castas ni linajes

El artículo de Isaac León Frías sobre los comentarios de Mónica Delgado me da pie para señalar algunas razones que están detrás de la publicación en el blog de las listas de mejores del año en tiempos como estos, en los que muchas cosas han cambiado.

Han cambiado los espacios en los que se ve el cine. Sobre todo, el cine más atractivo.  Con excepciones, las multisalas no lo proyectan y es preciso salir a buscarlo ahí donde se encuentre. En espacios que, a veces, no están al alcance ni del más interesado de los cinéfilos.

¿Cuántas de las películas mencionadas en las listas de mejores del año pueden ser halladas y vistas con facilidad por un aficionado al cine que no viaje a festivales, ni se dedique a programarlos, o pague el abono a una plataforma especializada? ¿Dónde ver Bella e perduta, The Exquisite Corpus, Une jeunesse allemande, las últimas cintas de  Perrone, No Home Movie, Kaili Blues, Cemetery of Splendour,  Visita ou Memórias e Confissões,  La Terre Penche, Peace to Us in Our Dreams; Noite sem distancia, entre muchas otras mencionadas en listas diversas?

Son títulos que no se encuentran ni en Polvos Azules.

¿Para qué incluirlas, entonces, en las listas de mejores del año?

Justamente para cumplir con las funciones esenciales de la crítica y el periodismo cinematográfico: informar;  señalar los títulos valiosos para poder contrastarlos; despertar la curiosidad de los que esperarán para verlas en el soporte en que las encuentren.

¿Pero eso  supone excluir las películas estrenadas en multisalas?

Por supuesto que no.

En primer lugar porque las buenas películas que se estrenan cada año no son necesariamente inferiores a las que no llegan por la vía comercial. Salvo que postulemos, con gesto rancio y reaccionario, que existen diferencias intrínsecas entre las películas de “arte” y las otras. O que existe un cine “elevado” y de “prestigio” que recusa lo narrativo y lo espectacular y tiene, por eso, una dignidad especial.

En segundo lugar porque la crítica no puede convertirse en un espacio de conversación entre “elegidos” o “happy few” que intercambian recuerdos de lo que vieron en los festivales de Viena y Rotterdam (no de Cannes ni de BAFICI: esos ya están marcados bajo sospecha de populismo). Si alguna página lo hace, bien por ella. Estas páginas del diario de Satán creen que la única diferencia que existe entre sus películas es la calidad expresiva –que es resultado de un tratamiento fílmico singular e intransferible-  y no su modo de producción, ni su estilo de representación, ni la cuantía de su presupuesto, ni la “independencia” o la pureza ética proclamada por sus responsables. Y, por eso, todas las películas son pasibles de análisis y comentario.

En tercer lugar porque las preferencias de cada quién no se formulan en calidad de dogmas ni pretenden convertirse en el canon definitivo.  Por el contrario, esas preferencias están ahí para ser debatidas.

En cuarto lugar porque nadie tiene el monopolio del gusto definitivo. Jamás incluiría en mi lista de mejores del año a títulos como The Lobster, Youth, Yakuza Apocalypse, Beasts of No Nation, las películas de Jan Soldat, La cumbre escarlata, Las letras, Sicario, entre otras que figuran en las preferencias de los amigos, pero  esa diversidad de títulos da cuenta de lo que pretende este blog: hablar del cine sin diferenciarlo por “castas” ni “linajes”.

Ricardo Bedoya

(Foto: Foxcatcher, estrenada en 2015)

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