Margarita

Los problemas de “Margarita” saltan a la vista desde las primeras secuencias.  Su realización está lastrada por los tics de las series o novelas de la  vieja televisión. A un encuadre abierto y referencial de la escenografía, le sigue una sucesión de planos de acción y reacción. Uno tras otro, y más y más. Y cada “reaction shot” – la imagen cercana de un rostro-, trae un gesto marcado de sorpresa, ternura, enojo, contrariedad, o lo que fuere. Mejor dicho, de una mueca subrayada, como para que nadie dude de la emoción que posee al personaje,  justo antes de pasar al corte publicitario; mejor dicho, a la siguiente secuencia.

Pero a diferencia de la rancia televisión, que podía darse el lujo de desenrollar varias líneas narrativas, aquí las acciones transcurren en forma vectorial y sin turbulencias.

La trama débil aspira a la comedia de confusiones. Dos personajes se atraen, pero antes de unirse intentan romper con sus enojosas parejas. Desde su primera aparición adivinamos lo que les espera. No es extraño que ello ocurra en un género de tramas formularias como la comedia de enredos. Lo que sí  importa en este tipo de películas es la energía de la confusión creciente y el incremento del delirio. Nada de eso ocurre aquí.  Los incidentes se alinean, siempre iguales, como cuentas en un collar.

Lo único que se altera es el destino de la niña. Y no como resultado de algún giro inesperado del guion. Se modifica por extravío, por abandono. El conflicto parental de Margarita se convierte en un Macguffin, un pretexto argumental, el hilo suelto que, al cabo, se zurce con puntada apresurada. Zurcido muy visible, a fuerza de apurar un montaje que une retazos, pero no articula.

 

Ricardo Bedoya  

(Publicada en Caretas, edición del 22 de septiembre de 2016)   

 

2 thoughts on “Margarita

  1. Debo confesar que me acerque al cine con expectativas, salvando las distancias, recordando peliculas como Mi Pobre Angelito, La Historia Sin Fin, Los Goonies, y demas donde es el personaje y carisma del niño que define y lleva la pelicula. Aqui te dan gato por liebre pues el titulo (con slogar incluido) y marketing de la pelicula son engañosos. Al final fue un episodio largo de Al Fondo Al Sitio que debio titularse Rafo.

  2. Sin ánimo de ser cruel, bueno un poquito quizás, pero las películas de FPG, como buena parte del cine peruano, ni siquiera son, en términos formales, una película. Es increíble que no lograr dominar aspectos básicos del lenguaje cinematográfico en toda su extensión.

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