Lou & Sharon, por Rogelio Llanos

Lou & Sharon *

 

Escribe: Rogelio Llanos Q

Hace un año, aproximadamente. 6:15 de la mañana. Enciendo el motor del auto y parto velozmente a mi trabajo. La música empieza a sonar en el equipo. Esta vez he colocado un USB donde hay grabados varios álbumes de Lou Reed. Antes de partir he seleccionado una vieja grabación que me obsequió mi buen amigo Ronnie Temoche hace muchos años. Se trata de la versión en vivo del Berlín de Lou Reed, aquella creación que tuvo su segundo debut, y con todos los honores, film incluido, en el 2006.

Cuando en 1973 el Berlín vio la luz, fue un fracaso comercial. Nadie entendió lo que Lou Reed había creado. Todo el mundo, críticos incluidos, vieron en las composiciones del disco –oscuras, violentas y depresivas- el fracaso de un artista que había sido toda una promesa en los sesenta como líder de la legendaria Velvet Uderground. Nadie vio, sin embargo, que tras la dureza de la expresión y de las imágenes, Lou Reed ingresaba audazmente en los predios del alma humana, a través de la historia de Jim y Caroline, perdidos en un mundo de drogadicción y muerte.

Han tenido que pasar muchos años, y ya con un Lou Reed encumbrado, para que tirios y troyanos revaloren este disco que es, sin duda alguna, una hermosa obra maestra. Treinta y tres años después, Lou Reed lo interpreta totalmente en vivo en cinco conciertos llevados a cabo en el St. Ann’s Warehouse, Brooklynn, Nueva York, con una banda en la que aparecen no sólo los fieles y ya conocidos Fernando Saunders (bajo), Tony “Thunder” Smith (batería) y Rob Wasserman (contrabajo), sino también figuras como Steve Hunter (ejecutor de ese intro memorable del Sweet Jane que aparece en Rock ‘n’ Roll Animal), Antony Hegarty(la cantante líder de Antony and the Johnsons) y Sharon Jones.

Sharon Jones era una cantante negra que provenía de las canteras del góspel, soul y funk. Cuando en el 2006 se empieza a organizar los conciertos del Berlín, la producción ubica a esta cantante para integrarla a los coros de la banda. Según contaba la misma Sharon Jones, ella sólo conocía el Walk on the Wild Side de Lou Reed, pero, además, confesó en cierta ocasión, que de rock ella no sabía gran cosa y que, por lo tanto, no se explicaba por qué la habían buscado para hacer los coros en el Berlín en vivo. Por su parte, Lou Reed tampoco la conocía.

Cuando la cantante escuchó la versión en estudio del Berlín, su primera reacción fue el rechazo. Esa atmósfera oscura y trágica, con voces y llantos de niños en uno de los tracks, no le hizo gracia alguna. Su voz y presencia estaban demás en el concierto que se preparaba. Tras las presiones del manager y de las repetidas audiciones del disco, Sharon Jones, llegó a aceptar primero y luego apreciar en toda su dimensión la obra que Lou Reed había creado.

Ella misma, más adelante, contó que verlo a Lou Reed cantar esos versos teñidos de dolor y sufrimiento, le causó una enorme emoción. Un gran shock que la llevó a integrarse plenamente a la pequeña aventura musical de Reed. Todo salió según lo planificado tanto en las presentaciones como en la filmación que de ellas hizo Julian Schnabel. El film vale como testimonio documental de la rehabilitación de una obra que fue vilipendiada en su momento. La música tiene la impronta loureediana de la improvisación y la variación de las tonalidades y de la vocalización. Lou Reed siempre anheló hacer lo que Bob Dylan ha hecho toda su vida: hacer de la interpretación de sus clásicos obras nuevas, frescas, vitales, sugerentes. En el Berlín en vivo, Lou Reed consigue emocionarnos.

Pues bien, salidos a la venta el disco y el DVD, ambos pasaron a formar parte de mi colección discográfica dedicada a Lou Reed. Y es por ello que la grabación de mi buen amigo Ronnie Temoche, que supuestamente contenía los temas del Berlín en vivo nunca la escuché…. Salvo esa mañana a las 6:15, en que puse el USB con dicha grabación.

Por esos misterios que a veces tiene para mí el mundo de las computadoras, al momento de copiar las grabaciones al USB (estaban originalmente en el disco duro de mi computadora), éstas pasaron en desorden, de tal manera que la primera composición que escuché fue el clásico Sweet Jane (que era una suerte de coda a la ejecución del conceptual Berlín). Y fue aquí donde de pronto mi cuerpo empezó a segregar adrenalina a borbotones.

Más tarde, tras una pequeña investigación, lo supe: la grabación que me había regalado mi amigo era el Berlín en vivo, pero en una versión diferente a la oficial. Era una grabación pirata que correspondía a la pequeña gira que Lou Reed hizo por Australia, luego de haber concluido las cinco sesiones en New York. Y el Sweet Jane que ahora sonaba a todo volumen en el equipo de mi auto era totalmente diferente a lo que aparecía en el disco oficial de las sesiones de New York. Y, entonces, viene la segunda parte de esta historia.

Lou Reed siempre fue un tipo egocéntrico y perverso. Siempre terminó sacando de en medio a aquellos que rivalizaban con él en el escenario, aun siendo músicos notables. Al gran Lou le encantaba ser el centro de atención, la figura descollante en el escenario. Caprichos del genio, inseguridades del ser frágil y vulnerable que fue el bien amado Lou. Así pues, cuando Sharon Jones le fue presentada a Lou, éste consideró conveniente que la notable cantante fuera simplemente una corista, pue él iba a ser el vocalista líder en todos los recitales.

Pero una voz bella siempre atrae a los seres sensibles y Lou Reed lo era. La voz de Sharon Jones lo había impresionado. Así pues, no resistió la tentación de llamarla e invitarla para que hiciera dúo con él en la gira que iban a efectuar por Australia. Le propuso que participara como contrapunto en la interpretación de Sweet Jane. Tras escuchar la versión de Lou, ambos se miraron y desconcertados no supieron cómo abordar los versos de manera conjunta. No sé cuántas horas les tomó convencerse de que la vocalización actual de Lou en este tema –pausada, hablada, profunda- no iba a tono con una cantante que reunía en su voz y en su cuerpo la fuerza de una Tina Turner y la potencia de una Aretha Franklin.

Finalmente, y ya con una temperamental Sharon Jones dispuesta a mandar al diablo al maestro, Lou, desdeñoso, le dijo “A ver, Sharon, muéstrame lo que sabes hacer”. Play the blues, Sharon, fue la expresión desencadenante del torbellino que se vino luego. Porque lo que esta cantante negra hizo con Sweet Jane ya forma parte de la historia de la música: Qué tal fuerza, qué versión para más impresionante. El mismo Lou, no pudo contener las lágrimas que la emoción le producía, según relato de la misma cantante. Soy de aquellos que opinan que los temas originales de tipos como Bob Dylan o Lou Reed son insuperables…. Salvo en este caso.

La canción empieza con una pequeña introducción a la guitarra de Steve Hunter en una suerte de auto homenaje a aquella celebradísima versión inolvidable del ’74. Siguen unos golpes precisos y poderosos de ‘Thunder’ Smith a sus tambores, que de frente nos catapultan a los predios de la emoción pura. Las guitarras le abren campo a la voz grave y pausada de Lou Reed: “Standin’ on a corner, Suitcase in my hand… “.

Con ese temperamento, la canción llega a los primeros coros “Sweet Jane, Sweet Jane…” y allí escuchamos una voz femenina que se insinúa a través de la voz del maestro: Sweet Jane…ohhh, ahhhh. La siguiente estrofa y los versos que vienen ya son únicamente de ella: “Jackie is a banker… “. Y allí Sharon me saca del escenario, me eleva, me conduce hacia el cielo, … y yo que aprieto el acelerador hasta duplicar la velocidad permitida, en una mañana que fue luminosa, en la que me enteré que la música era como el amor: hacía galopar el corazón y me conducía feliz al paraíso.

Sharon Jones me dio un gran momento de felicidad. Ayer partió hacia la eternidad. Son las dos y quince de la madrugada. Es la enésima vez que escucho su Sweet Jane. Sí, porque, con las disculpas al maestro, Sharon la hizo plenamente suya. Me emociono escuchándola. Me voy a dormir con su interpretación en la memoria y con una gran tristeza en el corazón.

Lima, 19 de noviembre de 2016

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El título de esta nota se lo debo a Rocío Silva Santisteban, quien, generosa, se refirió a ella en los siguientes términos: “Qué hermoso y emocionante texto: gran homenaje… Lou & Sharon”

 

One thought on “Lou & Sharon, por Rogelio Llanos

  1. El artículo está bueno. Lo que me hace ruido es el pie de página. Colocar lo de “hermoso y emocionante texto” es un autobombo que el texto no merece. Eso.

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