El ejecutor

                      

Lo más espectacular de “El ejecutor” (Bullet to the Head), de Walter Hill, no son las secuencias de acción, ni los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, ni las persecuciones. Es el rostro impasible de Sylvester Stallone. Como tallado en piedra, carece de gestualidad. Solo muestra un rictus invariable. Como Jack Palance, o Lee Marvin en su vejez alcohólica, o Victor Mature, ese hombre de las cavernas, su presencia es suficiente para esperar la reacción más dura y más seca: un balazo en la frente.

Pero, por suerte, Stallone toma su mitología personal con humor y hace una película como “El ejecutor”. Todo es inverosímil en ella, pero no pretende otra cosa que acumular escenas de acción que Walter Hill filma con seca y cortante eficiencia.  Y con la inteligencia suficiente para sublimar con ironía los pasajes más absurdos.

Con talento para sacar provecho de los espacios físicos, Hill ambienta la acción en Nueva Orleans.  Ahí se enfrentan los buenos y los malos. Mejor, un malo con redención como Stallone, ese sicario sin escrúpulos que conoce las reglas de su oficio y por eso actúa con lealtad, enfrentado contra unos villanos tramposos. Guerra que emprende en compañía de un policía de origen coreano –para reconquistar a los auditorios del Asia-, aprendiz algo crédulo.  Pareja dispareja: “El ejecutor” no solo tiene la dinámica de una historieta (está basada en una); es también una “buddy movie”.

Y como todo ocurre en la mítica ciudad del Sur nos topamos con lo esperable: una persecución que arranca en medio de una marcha musical callejera y un baile de disfraces, con muchachas que quieren pasar por Eva, al que acude Stallone enmascarado como si fuera Tom Cruise en la orgía de Kubrick. Un chiste.

Pero lo mejor son las peleas, enérgicas y brutales, con un aire coreográfico que Hill está acostumbrado a hacer (recuerden “El peleador callejero”, “Los guerreros”, entre otras). Peleas que recapitulan estilos históricos, desde el enfrentamiento corporal en una sauna, con los torsos desnudos, al estilo Caín y Abel, hasta un combate con hachas en homenaje a las películas de vikingos.      

Walter Hill vuelve al cine y se pone al servicio de Stallone. Cumple el encargo con gracia y un oficio que ya no se encuentra en el cine de hoy. “El ejecutor” parece recién llegada de los ochenta.

Ricardo Bedoya

One thought on “El ejecutor

  1. Hill fue un gran director que ahora trabaja en piloto automático., De todos modos la pelicula es muy entretenida.

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