La hora final

Lástima que “La hora final” no se haya decidido a seguir la ruta trazada en sus primeros minutos. Es decir, la del thriller de pesquisa, armado con los ingredientes esenciales de la trama: el grupo que se va formando, las diferencias entre el comando y las instancias superiores, las relaciones entre los agentes, la pareja que intima, la amenaza externa, las estrecheces que enfrenta la investigación, los detalles de la búsqueda, el desaliento que parece cundir, la violencia creciente, la persistencia en hallar las huellas del pez gordo.

De pronto, el tratamiento narrativo directo, vectorial, de tensión creciente, queda postergado. A cambio, se elige transitar por dos vías secundarias inconducentes.

Como si los repertorios del thriller fueran cosa menor, “La hora final” decide ilustrar las tensiones familiares del personaje de Pietro Sibille, que carga con el peso de la película. Las intervenciones en las que el agente del GEIN tienta alguna forma de redención personal frente a su hijo terminan por aflojar la acción y desviar el interés del asunto dramático central.

Más digresivas aún son las incursiones de los sicarios de inteligencia, que incluyen persecuciones, secuestros, y una escena de acción, ambientada en unas mazmorras clandestinas, cuya resolución cuestiona la verosimilitud de toda la película.

Esas líneas narrativas, más bien sinuosas, aparecen como pegotes. Cuando la película intenta volver al hilo del relato central, deshilachado en el transcurso, ya resulta muy tarde. El clímax queda opacado por las pequeñas culminaciones dramáticas (incluye alguna que no se puede revelar) que se le adelantaron.

Ricardo Bedoya  

One thought on “La hora final

  1. No sé quién lee este comentario. Ricardo?
    Estoy furiosa. No sé qué le pasa a la gente que vitorea La hora final, como si fuese un film que muestra lo que fue la acción de Sendero en el Perú. Sé que trata de la captura -como su nombre lo indica – pero ni remotamente de “pone” en la situación descarnada que se vivió en Perú.
    Película, pálida, floja. Se pierde en detalles sin fuerza: el hermano terruco, el romance entre Sibille y Bermejo….
    Salí totolmente decepcionada. No soy una crítica de cine, pero mi pasión por este arte ha hecho que mi “ojo se afine” y sepa reconocer una buena película de otra que no lo es.
    Se ha despertado toda una de gente vinculada al cine, que se ha dedicado a defenestrar a los críticos. Entre estos, hay gente a la que yo respeto y admiro desde hace años.
    Qué mal. Qué mal.

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