Esta es una versión modificada y resumida del artículo que publiqué en la revista “Velaverde”, edición del lunes 30 de diciembre pasado.
“La cosecha del año 2013 no fue más rica ni distinta que la de años anteriores. La cartelera comercial ofreció unos cuantos -más bien pocos- títulos sobresalientes. Los otros estrenos mantuvieron el perfil acostumbrado de rutina y monotonía. Lo apasionante y nuevo llegó por el lado de los festivales de cine, nunca tan numerosos y pródigos como en 2013.
Lo más destacado de la cartelera comercial:
En primer lugar, dos historias de parejas en crisis: “Antes de la medianoche” (foto de arriba) y “Amor”.
Los cuarentones Ethan Hawke y Julie Delpy , de “Antes de la medianoche”, son como viejos amigos. Los reencontramos de vacaciones en Grecia. Ya maduros, con hijos, y afrontando el desgaste de su relación. El tiempo que pasa es el personaje central de las películas de Linklater. Uno de los más emocionantes momentos del cine de este año lo encontramos aquí: tres parejas, encarnando diversas edades y formas de amar, almuerzan y discuten bajo el sol del Peloponeso. Brindan por lo que el tiempo nos da, lo bueno y lo malo. Linklater los filma dejando que fluyan la sensualidad y la melancolía.
“Amor”, de Michael Haneke, está lejos de ser la película más lograda del austríaco, pero es potente: más que eso, es implacable. A diferencia de la mirada de Linklater, cómplice y afectiva, la de Haneke es congelada y no da tregua a la pareja de ancianos protagonistas. El “amor” del título es lo que sobrevive después de las experiencias extremas -y compartidas por la pareja- de la enfermedad y la ruina del cuerpo. Aquí, el paso del tiempo trae corrosión y dolor. La película no sería lo que es sin sus protagonistas, Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant: extraordinarios.
“Las hierbas salvajes” y “César debe morir”: viejos maestros en permanente renovación.
“Las hierbas salvajes”, realizada por Alain Resnais al borde de sus noventa años de edad, es experimental, juguetona, apasionada y romántica. La historia de una obsesión amorosa filmada con la gracia de una cámara ingrávida y de una puesta en escena que parece inspirada en los clásicos del musical. Su siguiente película, “Vous n’avez encore rien vu”, es tan buena como esta. Ojalá la veamos este año.
Los octogenarios hermanos Paolo y Vittorio Taviani, en cambio, llevan sus cámaras a una cárcel para registrar a los internos representando el “Julio César”, de Shakespeare. Realidad y simulación se entremezclan en esta fábula sobre unos reclusos que acceden a la libertad a través de la ficción y al arte.
“Almas que penan”, “El conjuro”, “Cita con el demonio” (foto): tres demostraciones de la vigencia y lozanía del cine de horror. Asesinato de adolescentes, casas con fantasmas, trances sobrenaturales. Viejos asuntos, pero renovados con ingenio, maestría en la creación de atmósferas hechizadas, y sentido de lo fantástico. A estos títulos podría sumarse también la reciente y apasionante “Cacería macabra”.
“The Master”, “Le Havre” y “Cosmópolis”: tres películas “ovni”, llegadas del lejano planeta del cine de autor más riguroso.
“The Master”, de Paul Thomas Anderson, es un retrato fascinante de dos hombres unidos por una relación extraña, casi simbiótica, destructiva, de una inquietante opacidad, como la película misma. Como telón de fondo, los Estados Unidos de la postguerra, construyendo ídolos y monstruos. Una secuencia formidable: Philip Seymour Hoffman le canta “On a slow boat to China” a Joaquin Phoenix.
En “Le Havre” (foto), de Aki Kaurismaki, un apacible trabajador, apellidado Marx, protege a un niño africano, migrante ilegal, “condenado de la tierra”, y le da cobijo. El puerto de Le Havre se convierte en escenario de una fábula del “realismo poético”, como en el cine francés de los años treinta, de impronta social y afectos humanistas. La última película “marxista”.
“Cosmópolis” es la adaptación que hace David Cronenberg de la novela de Don DeLillo. Casi todo ocurre dentro de una limusina paralizada en medio del tráfico de un Manhattan desbordado de manifestantes contra la crisis del capitalismo. El interior del auto es como el de un cuerpo que asimila y expele. Y la gran ciudad es un organismo monstruoso y mutante, como le gusta a Cronenberg.
“Rápidos y furiosos 6”, del taiwanés Justin Lin; “El último desafío”, del coreano Kim Jee-Woon (foto), y “Titanes del Pacífico”, del mexicano Guillermo del Toro, muestran acción con sentido. Tal vez resulte sintomático que las películas más tensas, veloces y ajustadas a los cánones del mejor cine de géneros del viejo Hollywood hayan sido dirigidas por extranjeros. Llegados a Hollywood, los forasteros echan a funcionar el tren fantástico que admiraron desde la infancia con plena consciencia de sus mecanismos.
Una mención a “Django sin cadenas”, de Tarantino.
Cine peruano
El éxito masivo de “¡Asu mare!” y la muerte de Aristóteles Picho (como antes la de Stephan Kaspar) marcan puntos álgidos de contraste en 2013. Por un lado, una película peruana es vista por más de tres millones de espectadores y se convierte en la más exitosa de la historia de la exhibición cinematográfica en el país. Por otro, ese mismo cine pierde a una de sus figuras más distintivas desde los tiempos de “La ciudad y los perros”.
Otros contrastes: 13 películas se estrenan en salas públicas, pero la producción total de títulos peruanos de largometraje en 2013 excede las tres decenas. ¿Dónde está el resto? Exhibiéndose en las regiones donde se produjeron, o en festivales y salas alternativas. Hay un incremento en la producción cinematográfica peruana, que da títulos tan valiosos como el documental “Retrato peruano del Perú” y permite la aparición de nuevos cineastas como Farid Rodríguez (que estrenó tres largometrajes este año). Pero es un cine casi invisible.
La película más comercial del año (“¡Asu mare!”) y la más notoria de las experimentales (“El espacio entre las cosas”) tienen un rasgo en común: se produjeron sin recurrir a los premios del Ministerio de Cultura. “Sigo siendo”, “El evangelio de la carne” y “Rocanrol 68”, también exitosas, no se hubieran podido realizar sin obtener esos mismos premios. Conclusión: la única forma de garantizar la diversidad del cine peruano es reforzando la labor promotora del Estado. Ojalá que eso se cumpla el 2014, para el que se anuncian por lo menos 25 nuevas películas peruanas.
Las películas peruanas atractivas (ninguna obra maestra; ni por asomo) que vi este año: “El limpiador”, “Chicama”, “El evangelio de la carne”. “Biopic”, “Retrato peruano del Perú”, “El espacio entre las cosas”, “Una semana con pocas muertes”.
Ricardo Bedoya