Casi han coincidido el estreno del documental La revolución y la tierra y el Primer Encuentro Internacional de Cinematecas que ha tenido lugar en el Cuzco entre el lunes 30 de setiembre y el jueves 3 de octubre recientes. ¿Qué tiene que ver ese documental con el Encuentro de Cinematecas, el primero de esa envergadura que se realiza en el Perú?
Para decirlo de una manera metafórica, La revolución y la tierra se ofrece como el síntoma de una seria carencia y el Encuentro de Cinematecas como la promesa (o el anuncio) de cura para ese mal. En otras palabras, el documental que dirige Gonzalo Benavente es una aproximación al proceso histórico que desemboca en el gobierno militar instalado el 3 de octubre de 1968 y la ley de Reforma Agraria que provocó una severa transformación de las estructuras de la propiedad del agro, especialmente en las grandes haciendas costeras. La película recurre a imágenes fotográficas y fílmicas, a entrevistas con personajes que vivieron ese proceso y con especialistas que van analizando y evaluando sus aciertos y sus errores. Y también a muchos fragmentos de películas de ficción que de una u otra manera dan cuenta de ese proceso.
Y aquí viene el punto sobre el que queremos llamar la atención: no está mal que un documental utilice escenas o fragmentos del acervo de ficción para dar cuenta de una circunstancia histórica, pero es notorio que en este caso la abundancia de ese recurso está cubriendo un serio vacío: la ausencia de material de noticiarios o registros locales. Tanto así que, por ejemplo, buena parte de las imágenes que muestran al General Juan Velasco proceden de un largometraje peruano-soviético (mas soviético que peruano) Por las tierras de Tupac Amaru ( Vladen Propskin, 1972) .¿Dónde están las imágenes filmadas o grabadas por peruanos en los años setenta? Pues están perdidas, deterioradas o inaccesibles. Y si eso ocurre con hechos de los años setenta, una década especialmente relevante, para bien o para mal, de la historia del Perú en el siglo XX, ¿qué se puede esperar de las décadas anteriores?
Esa situación, que nos pone en las peores condiciones en el ámbito sudamericano (ningún otro país exhibe las carencias del nuestro), es una de las consecuencias del absoluto descuido que el Estado ha demostrado por la conservación del material audiovisual. Precisamente, el gobierno militar que promulgó una ley de cine, con la cual, mal que bien, se activó la producción, pudo haber creado un archivo audiovisual. No lo hizo y muchos materiales que hubieran podido ser salvados se perdieron y se siguieron perdiendo.
El Encuentro de Cinematecas del Cuzco ha tenido lugar en una etapa en que se ha venido ventilando una nueva ley de cine (ya aprobada en primera votación congresal, como se sabe) y en que tanto la DAFO como otras instituciones públicas (Biblioteca Nacional, Archivo de la Nación, Instituto de Radio-Televisión) han tomado conciencia de esos vacíos y están tratando desde sus propios espacios y con muchas limitaciones, de participar en un esfuerzo de rescate vía, especialmente, la digitalización de los materiales que conservan. En el caso de la DAFO el aporte se viene orientando a través de los concursos anuales de proyectos de restauración, el segundo de los cuales acaba de entregar sus resultados.
Sin embargo, todo eso es insuficiente y la ansiada creación de una cinemateca o archivo nacional que, lamentablemente parece interesar a muy pocos, incluso en el mismo sector de la producción cinematográfica y audiovisual local, sigue siendo una asignatura pendiente de nuestro gobierno (como la ha sido en el pasado). Muchos se preguntarán qué significa ese encuentro de cinematecas en el Cuzco en el momento actual. Pues que se viene gestando en la ciudad imperial ese proyecto siempre esquivo en la capital. No es un proyecto privado, pues viene avalado por las autoridades cuzqueñas y de manera ejecutiva por la Dirección Descentralizada de Cultura (DCC-Cuzco), un órgano asociado al Ministerio de Cultura.
¿Por qué el Cuzco ha emprendido esa tarea? No es por la tradición cinematográfica que se remonta a la llamada “Escuela del Cuzco”, nombre que con excesiva benevolencia el crítico e historiador francés Georges Sadoul bautizó a las producciones en 16 mm. del Cine Club Cuzco en la segunda mitad de la década de 1950, sino por otra razón. Una razón poderosa: en el Cuzco hay plata para la cultura, esa que en Lima no fluye, lo que sumada a las condiciones climáticas favorables a la conservación de los diversos soportes audiovisuales (que requieren además, por cierto, condiciones de almacenamiento, temperatura y humedad) permitirían que se aloje una cinemateca no solo regional, sino de alcance nacional.
Por lo visto, se trata de un compromiso de esa región de cara al bicentenario y el objetivo inicial es que en el 2021 la cinemateca, o como se llame, esté en funcionamiento. A ese objetivo apunta el Encuentro que acaba de reunir a representantes de nueve cinematecas latinoamericanas, incluyendo a la Filmoteca de la PUCP, y tres europeas.
Naturalmente, estamos aún en una etapa previa e incierta, pero hoy por hoy parece ser el proyecto con mayores visos de viabilidad y es innegable que crea una expectativa por lo que allí se pueda hacer. Empezamos tarde, pero es preferible tarde que nunca y hay mucho, muchísimo por hacer. Por lo pronto, cuanto más debate y aporte de ideas pueda hacerse, más visible se hará la perentoria necesidad de contar con un archivo audiovisual que haga las veces en ese campo del Archivo General de la Nación o de la Biblioteca Nacional.
Isaac León Frías