Malas lecturas de “Hablemos de cine” en el libro “Cine peruano de inicios del siglo XXI”

Los equívocos y malentendidos con relación a lo escrito en las páginas de la revista peruana Hablemos de Cine (1965-1984) siguen repitiéndose o reproduciéndose sin un conocimiento o una verificación clara de lo que realmente se publicó o se sostuvo.

Eso se puede comprobar, nuevamente, en una publicación muy reciente del Fondo Editorial de la Universidad de Lima, Cine Peruano de inicios del siglo XXI en los dos textos que mencionan la revista: el de Jeffrey Middents y el de Isabel Seguí. Quiero señalar de antemano que el libro en su conjunto (que incluye textos impecables de Ricardo Bedoya, Emilio Bustamante y Javier Protzel, profesores de la Universidad de  Lima) constituye un acercamiento valioso al cine peruano del nuevo siglo.

En esta ocasión no voy a hacer un comentario general del libro más Allá de destacar su valor y su utilidad como libro de referencia, sino referirme al modo equivocado en que se alude a la posición de la revista con referencia al cine peruano. En primer lugar, en el texto Con nariz (blanqui)roja: el género comedia, Marca Perú y ¡Asu Mare!, Middents, que elaboró una tesis universitaria sobre Hablemos de Cine, infiere a partir de un juicio vertido en el número 3 de Hablemos de Cine sobre la coproducción peruano-argentina Intimidad de los parques en el sentido de que no debía representar al Perú en el  Festival de Cannes de 1965, que la posición de la revista defendía las películas hechas para los festivales y el reconocimiento internacional.

Yo le pediría a Jeffrey que encuentre en cualquier otro comentario o crítica de la revista una afirmación similar. Nunca se sostuvo como una prioridad o una necesidad el pase de las películas por las festivales y si se escribió eso fue porque nos parecía un despropósito que un film tan fallido como la de Manuel Antín representara al Perú en Cannes, tal como se propuso y, finalmente, no se concretó. Incluso cuestionamos en su momento los premios obtenidos por Armando Robles Godoy en los festivales de Moscú y Chicago, y lo mismo hubiésemos hecho en ese tiempo si hubiera ganado algún premio en Cannes. Jamás utilizamos los premios en festivales como garantía de calidad y eso se puede comprobar en una diversidad de opiniones y críticas.

Por su parte, en su artículo Haciendo estallar la burbuja cinematográfica limeña: mujeres peruanas en el cine contemporáneo de no ficción, Isabel Seguí, siguiendo a Middents, sostiene que “los hablemistas atribuían valor principalmente a aquellas obras que emulaban el cine europeo y dejaban de lado otras formas de hacer películas”. ¿Cuándo? ¿Dónde? Más bien, a Hablemos de Cine se le atribuyó durante mucho tiempo una preferencia americanista y de hecho la revista recogió postulados de Cahiers du Cinéma y de otras publicaciones que renovaron el panorama de la crítica internacional en los años cincuenta y sesenta. Por otra parte, ¿qué otra publicación peruana le dedicó en esos años el espacio preferencial que se le dio tanto al cine hecho en América Latina como en el Perú? ¿En qué texto se esgrimieron modelos europeos para ser aplicados en el cine peruano?  Pudo por ahí hacerse una comparación a modo de ejemplo o referencia, pero jamás con el ánimo de que eso constituyera un modelo a seguir.

Que se cuestione a y que se discrepe con Hablemos de Cine, qué bueno sería, pero no a partir de inexactitudes y generalidades, que eso no es lo propio del trabajo académico.

Isaac León Frías

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