La integridad de Joseph Chambers y Aftersun en la Semana del cine

Review: 'The Integrity of Joseph Chambers' is a staggering study of  fractured masculinity
La integridad de Joseph Chambers

Son dos de las mejores películas de la octava Semana del cine. Hay oportunidad de verlas aún. No se las pierdan. Aquí van unos breves comentarios.

La integridad de Joseph Chambers

Joe (Clayne Crawford), hombre del este, vendedor de seguros, se recorta un bigote singular y se apresta a demostrar su habilidad en el rito viril de la cacería del ciervo. Es una exhibición de masculinidad destinada a deslumbrar a su esposa, afirmándose él mismo. Parte hacia un bosque de Alabama con la apostura y la decisión de un vaquero yendo a poner orden en una población sumida en el caos. Impulsado por la testosterona, imagina ser un campeón deportivo cuando el sonido interior le informa de las exclamaciones de un auditorio virtual. Se satisfará, en solitario, cumpliendo una prueba de iniciación que evoca la partida de caza que emprende el grupo de camaradas en El francotirador (The Deer Hunter, 1979), de Michael Cimino.    

Pero el vaquero hechizo, llegado al teatro de operaciones, yerra el disparo decisivo y se sume en la contradicción mayor: la que desbarata su seguridad y contradice sus convicciones. El sujeto moderno -recién trasladado a un hogar distante de aquellos ciudadanos que creen a pie juntillas en las falsas noticias propaladas por Fox News-, ante el inesperado incidente que puede cambiarle la vida, reacciona apelando a la sacrosanta defensa de la propiedad privada como argumento justificativo del empleo de un arma. El tirador emboscado por la mala fortuna se desplaza sin atinar a encontrar una solución mientras transcurren las horas.

Como en El asesinato de dos amantes, su anterior largometraje, Machoian concentra el desconcierto de su protagonista en pocas horas de una jornada trágica y en un escenario desolado. Y como en esa película, el protagonista sigue una trayectoria errática observada a distancia mientras en la banda sonora se alternan los ruidos naturales, cada vez más agresivos, un acompañamiento musical que preludia la tragedia y las fanfarrias que imagina este frustrado monarca de la montaña. El bosque es la escenografía natural donde el personaje tropieza, cae, se levanta, pero solo para seguir bregando en un medio devastado. El hombre que se preparaba para ser el sheriff de su propio orden personal y familiar, luego de disparar contra un rival involuntario, inicia un itinerario de autocastigo y penitencia. El desempeño visceral de Crawford y el pulso narrativo mantenido por Machoian -uno de los nombres más notables del cine independiente de los Estados Unidos- son aciertos de esta aventura anticlimática.

Aftersun

Sophie (Frankie Corio), una niña de once años de edad, y Calum (Paul Mescal), su padre, pasan unos días en un hotel de vacaciones en Turquía a fines de los años noventa. Ellos se graban con una pequeña cámara digital. Registran fragmentos de esos días relajados que transcurren entre juegos de billar, baños en la piscina y canciones en el karaoke que el padre se rehúsa a entonar.  

Aftersun (2022), primer largometraje de la escocesa Charlotte Wells, se construye teniendo como fundamento esas imágenes frágiles que Sophie revisa al cumplir la misma edad que su padre tenía en ese verano de ocio. La memoria es una crónica de lo cotidiano mediada por las pantallas que recuperan las impresiones grabadas casi treinta años antes; es una suma de momentos despojados de tensión y acaso banales, pero que se tornan complejos y dramáticos en la perspectiva ofrecida por el paso del tiempo.

Sophie adulta revisa su pasado mientras el flujo de las imágenes descoloridas de las grabaciones domésticas se alterna con los fogonazos de la luz estraboscópica de la discoteca del resort turco. En ese espacio de goce se funde el tiempo. El pasado y el presente se entremezclan entre destello y destello y la nitidez de las grabaciones diurnas -las memorias de la infancia- quedan perforadas por las sugerencias de la vida oculta del padre, de sus noches, tentaciones y conflictos: un legado acaso problemático en una época para la niña, pero reivindicado desde la madurez de la realizadora cinematográfica.

“Feliz cumpleaños, Sophie”, le dice la amiga con la que Sophie adulta comparte el lecho. Es el día en que la película se convertirá en ofrenda al padre; Sophie honra así el pedido que le hiciera de ser sincera con él y contarle  todo acerca de su vida futura.            

Ricardo Bedoya

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