¿El mercado perfecto?

Sorprende la superficialidad –iba a decir frivolidad- con la que algunos economistas han tratado, en diversos artículos periodísticos,  el éxito de “¡Asu mare!”.

El argumento repetido al unísono por ellos ha sido el siguiente: el suceso de la película  demuestra que el cine peruano no requiere de promoción estatal -por lo que habría que desmontar los apoyos existentes- y que la cuota de pantalla es una propuesta innecesaria y perniciosa por mercantilista.

De paso se han lanzado apologías  a la cultura pop como el único sendero luminoso a seguir, denostando por soporífera a “La teta asustada”, que hace poco nomás -cuando ganó el Oso de Oro y la candidatura al Oscar- era orgullo nacional, y se ha sentenciado a la extinción a los cineastas que ven su oficio como un modo de expresión artística porque están de más.

Ninguno de esos economistas ha tratado de explicar la naturaleza del éxito de la película y su significado en un mercado como el peruano. Que es lo que se hubiera esperado de ellos.

Es decir, comparándola con otras, analizando las condiciones del mercado, entendiendo la especificidad de la actividad cinematográfica. Nada de nada.

Entendiendo, por ejemplo, que cualquier película, de cualquier nacionalidad o industria –que no sean Hollywod o Bollywood-, que venda más de un millón de entradas es una excepción y una anomalía, y no la regla. Y que no se pueden sacar conclusiones generales a partir de lo excepcional.

O situando su presencia en el mercado existente en el Perú. Y de preguntarse qué tiene en común “¡Asu mare!” con otras películas peruanas o qué las diferencia de ellas. ¿Cómo se produjo una y que caminos siguieron las otras? ¿Cómo se distribuyen y se exhiben esas “otras” películas peruanas o qué exposición mediática tienen antes de llegar a las salas?

Algún economista puso como ejemplo de películas exitosas hechas sin ayuda del Estado a las cintas de terror regionales. Claro, pero no dijo nada de las penurias que pasan sus productores para llegar al público porque los multicines no las programan.

Otro, en el colmo de la desinformación, para justificar el fin de los apoyos al cine peruano por su escasa convocatoria de público, lo comparó con el cine argentino. Y dijo que las películas argentinas las ven millones de espectadores porque son buenas y les gustan al público. ¿Sabrá de lo que está hablando? ¿Ignora acaso que Argentina tiene un sistema de subsidios a su cine y que cuenta con una cuota de pantalla? ¿Se habrá dado el trabajo de leer las recaudaciones de las películas argentinas de los últimos años? ¿Habrá visto alguna vez una película argentina reciente? ¿Creerá que todas son como los programas de Francella?

Poner tan mal ejemplo no solo demuestra la desubicación del comentarista, sino algo sustancial: que el modelo que postula solo existe en su dogmática imaginación.

Ninguno de esos economistas se pregunta por los motivos que sustentan los apoyos estatales al cine que contienen las legislaciones de TODOS los países e industrias  –salvo Hollywood y Bollywood- donde se hace cine. Y no son apoyos recientes, como dijo una desinformada periodista: muchos de ellos provienen de los años treinta.

Ni se interrogan sobre las causas que impulsan a gobiernos que administran políticas económicas muy liberales a promover sus cinematografías, dándoles apoyos que aquí resultan heréticos.

Pero además confunden lo que son apoyos a la producción con medidas de acceso al mercado, como las “cuotas de pantalla”.

Cuotas que son el fantasma central de los economistas, en coincidencia con las preocupaciones de la MPAA  (Motion Pictures Association of America)

“Cuota de pantalla” es el sistema adoptado por diferentes países (desde Corea del Sur hasta España, pasando por Holanda y Argentina) que permite el acceso de las películas nacionales a las salas de cine. Se reserva determinado porcentaje anual de horas de programación para las películas del país. Es una reacción a las desigualdades del mercado oligopólico y copado por las grandes producciones de Hollywood.

Para el catecismo que se nos recita, esa institución es poco menos que demoníaca: ¿para qué intervenir en un mercado que es equilibrado y libre y está regido por leyes naturales contra las que no se puede ni opinar?

Como no soy economista ni especialista en temas de política económica, transcribo algunas citas de investigadores que han estudiado cuán libre y equitativo es el mercado del cine en el mundo.

 

Cita 1

Sobre la práctica del Block Booking (es decir, sale carne pero con huesos)

Román Gubern:

La hegemonía de las majors norteamericanas sobre el mercado español (que ocupan en torno al 70 por 100 de su cuota) se ejerce de modo coercitivo mediante la imposición de la contratación por lotes (block booking), ejerciendo el proteccionismo en su país y el mercado abierto en el exterior e incumpliendo aquí las normas antitrust que rigen en su mercado interno (…) Su hegemonía se apoya también en la llamada pedagogía de la rutina, pues al público le gusta aquello que se le ha acostumbrado a consumir previamente (la cultura kétchup).

(Román Gubern. “Cultura audiovisual. Escritos 1981-2011”. Editorial Cátedra. Madrid, 2013. Páginas 319-320)

Cita 2:

Sobre contratación en bloque (más huesos y carne)

Edward Jay Epstein:

En 2005 UIP era el mayor distribuidor de películas en los mercados internacionales y se encargaba no sólo de todas las (películas) de la Universal y la Paramount, sino también de la mayoría de las de los “estudios sin estudios”, entre ellos USA Films, Dream Works, Focus y Artisan. Como sus operaciones extranjeras no estaban restringidas por las leyes antitrust estadounidenses, UIP puede recurrir a prácticas tales como la contratación en bloque, las autorizaciones y la licitación a ciegas, todas las cuales son ahora ilegales en Estados Unidos. En la mayoría de los casos ofrece sólo tratos de rendimiento en los cuales es UIP y no el propietario de cines quien selecciona las películas que se exhibirán durante periodos especificados. Si los propietarios de las salas quieren alguna de la películas importantes que ofrece UIP, tales como Parque Jurásico (Jurassic Park), también tienen que exhibir otras películas que no hubieran seleccionado necesariamente.”

(Edward Jay Epstein. “La gran ilusión. Dinero y poder en Hollywood” Tusquets Editores. Barcelona, 2007. Página 104)

 

Cita 3

Sobre concertación de fechas de estreno y acuerdos para suprimir la competencia

Frédéric Martel:

“(…) en vista de ese complejo calendario internacional, la MPAA ha inventado un sistema destinado, en secreto, a permitir que los seis principales estudios se pongan de acuerdo sobre las fechas de estreno nacional e internacional de las películas más mainstream. Si dos blockbusters corren el riesgo de competir entre ellos por estrenarse en las mismas fechas, se programa una reunión de conciliación y uno de los estrenos se retrasa. Estas “ententes” se organizan bajo los auspicios de la MPAA.”

(Frédéric Martel. “Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas”. Editorial Taurus. Madrid, 2011. Página 32)

 

Cita 4

¿Libertad de competencia?

Frédéric Martel:

“(…) Los estudios no se hacen la competencia en América latina, sino que se apoyan. Existen acuerdo de distribución entre Disney y la 20th Century Fox, entre Warner y Columbia, y sobre todo entre Viacom y Universal, que incluso gestionan juntas algunas salas en Brasil. Las leyes que protegen la libre competencia en Estados Unidos no se aplican en América del Sur.”

(Frédéric Martel. “Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas”. Editorial Taurus. Madrid, 2011. Página 36)

Cita 5

La MPAA (Motion Picture Association of America) y su posición sobre las “cuota de pantalla”

Frédéric Martel:

“En Brasil, el hombre fuerte de la MPA se llama Steve Solot. Desde Río de Janeiro, coordina la acción de los estudios en el conjunto de América Latina. ‘Para la MPAA, América del Sur no cuenta en términos de taquilla, pero cada vez es más importante en términos de influencia y de número de entradas vendidas’ –me explica Steve Solot en Río-. La cuota del cine estadounidense en el box office brasileño supera el 80 por ciento, como ocurre a menudo en América Latina (…) “

(…) Desde esta base, se vigila toda América Latina: cuando México intentó aplicar unas cuotas de pantalla para proteger su industria, Steve Solot se instaló en Ciudad de México para coordinar una estrategia contraofensiva. Con el apoyo en Washington de Jack Valenti y del Congreso estadounidense, la MPA logró hacer fracasar el proyecto de ley mexicano y anular esas cuotas de pantalla. ‘Los estadounidenses han sido muy hábiles. Han llevado una doble ofensiva: primero ante el gobierno mexicano, en nombre del TLCAN, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y luego haciendo lobby sobre el terreno con los dueños de las salas, como yo, para movilizarnos contra las cuotas. A los mexicanos les gustan los blockbusters estadounidenses, es un hecho. Con las cuotas, habría bajado nuestro volumen de negocio. Por eso luchamos contra las cuotas de pantalla’, me explica el mexicano Alejandro Ramírez Magaña, director general de la importante red de salas Cinépolis, al que entrevisté en México.”   

(Frédéric Martel. “Cultura mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas”. Editorial Taurus. Madrid, 2011. Página 35)

Asuntos interesantes para iniciar una discusión sobre la “cuota de pantalla” y los apoyos al cine peruano.

Ricardo Bedoya

9 thoughts on “¿El mercado perfecto?

  1. 1) El economicismo del tristemente famoso editorial de El Comercio sobre “Asu mare”, incurre en la abstracción que ignora la complejidad de los elementos reales -únicamente entre los cuales existe la realidad económica- para reemplazarla por un modelo cuantitativo, mecánico y simplificador. Otro ejemplo de ello es la ficción según la cual vivimos en pleno desarrollo económico -García Pérez tuvo el desparpajo de decir que estábamos camino del Primer Mundo-, cuando solo tenemos una prosperidad financiera, hecha fundamentalmente de triunfos particulares que, por supuesto, tienen estimables efectos de resonancia, pero que coexisten con una extendida pobreza de infraestructura, servicios y calidad de vida ciudadana. Una muestra de ello es que la venta de automóviles resulta más importante que tener ciudades respirables y caminables. 2) Una sociedad librada a los mecanismos presuntamente espontáneos del mercantilismo se expone, en lo cultural, a un progresivo empobrecimiento, producto de la sucesiva reducción de los criterios de gusto de un público sometido en la práctica a una selección de variables de preeminencia determinada sobre un estado, a su vez, consecuencia de una selección anterior. Ejemplo: el éxito musical del año en una radio cualquiera es solo el resultado de una elección popular resuelta entre la angostura de opciones que esa misma radio ha decidido, precisamente orientada por un estudio de mercado o un sondeo preliminar que recoge las preferencias ya establecidas e influidas por las radios preexistentes. Dicho brevemente: el mercantilismo se devora a sí mismo, imposibilitando la variedad que permita nuevos nichos de oferta, y sobre todo inhibe o consume la libertad y la imaginación de los programadores más atentos a la música en sí misma que los empresarios seducidos por las curvas de la estadística. 3) Ricardo, vi tu programa anoche. Lúcidas declaraciones de los entrevistados, pero me llamó la atención la omisión de lo estrictamente cinematográfico. Por ello, “Asu mare”, que aún no veo y no tengo sinceramente ansias de ver, me ha dejado la sensación de una pieza estudiada para su impacto en las salas y que recoge una historia que “la gente quiere ver” y hecha en “el modo que la gente quiere ver”. Rayos, qué pena, pues como Kafka decía, uno va a los libros, y a las películas, precisamente para ser sorprendido y romper con un hacha el hielo endurecido de nuestro interior. En suma, aún no sé si la película tiene un logro realmente artístico, y tengo infinita pereza de despejar mi duda, que creo que es la misma desgana que tengo de escuchar a Super Junior o de ver el programa más sintonizado los domingos por la noche. En fin, pareciera no haber pasado nada en el cine nacional, excepto un gran suceso de taquilla con posibles saludables repercusiones en lo venidero para la producción de películas en el país.

  2. Hola Víctor Hugo

    El comentario crítico de ¡Asu mare! salió en la edición de “El placer de los ojos” de la semana pasada. Lo repetiremos la próxima semana en la sección Cartelera.

    Saludos

    Ricardo Bedoya

    • Gracias, Ricardo. Efectivamente, lo había leído y es mi única referencia sobre las virtudes artísticas de la película. Solamente, si bien con torpeza, quise decir que los entrevistados del sábado eludieron valoraciones estéticas para centrarse en lo sociológico y en las circunstancias de la producción, es decir en lo coyuntural cuya excepcionalidad, por supuesto, justificaba el análisis. En el blog, igualmente, compruebo que el debate sobre estos efectos colaterales, por llamarlos de algún modo, posterga la discusión sobre las cualidades intrínsecas de “Asu mare”, algo que por sí mismo es un indicio significativo. El tiempo, como siempre, dibujará las líneas definitivas de su importancia. Finalmente, como en otros casos, la nacionalidad de la película, en un medio sin industria ni amplia tradición, arriesga la confusión del rechazo o el aplauso con la medida del fervor patriótico o la obligación ciudadana. Ya nos ocurrió lo mismo con “La teta asustada”. Un abrazo

  3. Es importante abrir el debate, pero en lo particular creo que las dos posiciones pecan de simplismo, la que defiende el intervencionismo estatal y aquella que pretende dejar el cine nacional al albedrío del mercado.

    Las citas que presenta estimado Ricardo no están hechas por especialistas en derecho de la libre competencia y humildemente estimo que contienen serios errores.

    La decisión United States v. Paramount Pictures, Inc. que prohibió el block-booking, el blind-selling y la integración vertical de Estudios con salas de cine, ya está prácticamente desmontada en los Estados Unidos. Por otro lado, estas prácticas se desarrollaron a partir de la legislación proteccionista de Roosevelt, es decir por influencia del Estado americano. Hoy, muchos de especialistas en libre competencia, cuestionan seriamente que dichas prácticas atenten contra el proceso competitivo, por el contrario son comunes en infinidad de mercados.

    Gubert y Epstein critican que a los grandes estudios incumplan las normas antitrust fuera de sus fronteras, y es porque las normas de los Estados Unidos sólo son obligatorias allí. Todos los países de la América Latina tienen legislaciones de libre competencia similares a las americanas, si alguien considera que las prácticas de los Estudios americanos o de las distribuidoras afectan la libre competencia pueden denunciarlos ante la autoridad competente en su país. Cuesta plata. Si, hay que contratar abogados y economistas. Pero es la única forma, las denuncias por abuso de posición de dominio no se tramitan de oficio, salvo algún caso exótico.

    Hoy se hacen unas 7, 8, ó 9 películas peruanas por año y es altamente probable que se hicieran sólo 2 ó 3 sin el dinero de DICINE. La pregunta es si ese es el modelo de industria que queremos y si es sustentable en el tiempo. Creo que la respuesta es obvia.

    Estimo, finalmente, que en los tiempos que corren, y dado el tamaño del mercado relevante de productos de entretenimiento (cable, polvos azules, cines, televisión, internet) el establecimiento de una cuota de pantalla, no servirá para nada al cine nacional, pues no le generará ni más espectadores y por consiguiente tampoco más ingresos. Pero es un tema que hay que discutir seriamente, no como se hizo con ocasión del último proyecto de Ley del Cine, que es finalmente una chapuza sin nombre.

    Finalmente, y humildemente, coincido en lo que ¡Asu mare! es absolutamente excepcional y no puede recogerse como modelo de nada.

  4. No soy experta en el tema. Solo una persona a quien le gusta el buen cine, o si no bueno, por lo menos variado. En mi niñez y juventud los peruanos podíamos escoger entre películas mexicanas, argentinas, italianas, francesas, alemanas y rusas (de estas pocas) españolas, y por supuesto norteamericanas. Ahora la juventud y la niñez tiene una sola visión del mundo: aquella que USA quiere hacerle ver a través de sus películas y de sus monopolios, Violencia, sexo, drogas, todo eso es magnificado e incentivado en la mayoria de las películas de Hollywood. Que desastre!

  5. No se si llegaron a ver la película de Julio Andrade o parecidas. Realmente con “cuota de pantalla” creen que la gente vería esas películas y saldría feliz de verlas?

  6. muy buenos dias acabo de enterarme de tu pagina web y la verdad es que me parece super bueno no sabia de mas personas interesadas en estos temas, aqui tienes un nuevo lector que seguira visitandote a diario.

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