Mecanismo velador, de Diego Vizcarra

 

 

Mecanismo velador, (2014) de Diego Vizcarra Soberón, es una de las películas experimentales peruanas más logradas.

Si hubiese que clasificarla en una de las tantas líneas y tendencias del cine que se aleja de las formas de representación tradicionales, esa sería la que interviene en un metraje de archivo, o películas encontradas. Pero ese es solo el punto de partida, o la metodología empleada, porque la película va más allá.

En este caso, Vizcarra se apropia, de modo creativo, de retazos de material fílmico, de viejos trailers de la Fox, de colas y descartes de películas en 35 milímetros. Y las procesa y mezcla, las altera, reedita, reordena y, por esas acciones, les cambia el sentido. Durante los veinte minutos de proyección escuchamos como una verdadera composición de fondo, el ruido de un proyector. Sobre él, se superpone la música. En la pantalla vemos una película dividida en cuatro partes, o movimientos, de casi cinco minutos de duración cada una de ellas.

En la primera parte, el mecanismo de la proyección se inicia y nos asaltan los signos materiales del soporte fotoquímico de ese cine que está muriendo, o que ya murió: las líneas, arañazos y manchas causadas por el deterioro físico de la película, la visibilidad de la banda sonora, las discontinuidades en la marcha física de la banda de imágenes. Una y otra vez, aparecen unas grafías: “Próximamente”, el recurrente “coming soon” de los trailers.

La segunda parte nos intriga, a la manera del avance de una película de suspenso. Reconocemos formas, volúmenes y presencias en medio de la cascada materialidad de las imágenes, que lucen coloreadas, filtradas, pigmentadas. Aparecen líneas de diálogo tomados de los fragmentos intervenidos: “Esa gente no ve el mundo como es.” “Ellos creen que el mundo es como lo ven”. ¿Quién es ‘esa gente’? ¿Los extraterrestres de Expedientes Secretos X?  ¿Acaso una sociedad secreta como el Spectre de algunas películas de Bond? ¿Los villanos dispuestos a enfrentarse a Los Vengadores? ¿O el propio dispositivo fílmico convertido en “máquina de sueños” por la Fox y similares?

La tercera parte deja vislumbrar el “mundo” tal como es concebido por “ellos”: invocaciones al “poder” e imágenes de deseo y placer, con actores de rostros rayados y jóvenes desnudas, como “conejitas” de Playboy,  que encarnan “objetos del “deseo” tal como es visto por “ellos”

La última parte, anunciada con el fotograma numérico invertido, se abre a una animación que va creando analogías visuales y jugando con las metáforas de la pantalla, el ojo, la línea en continuidad -como la de la proyección, como la del “próximamente”- y su alteración final. Hasta que el proyector se apaga y la película termina. ¿O recién comienza, generando una suerte de bucle imaginario?

Vizcarra dice, en la presentación de su película, que ella explora al cine como institución socio-económica y pone en evidencia los mecanismos de la ilusión construida por el cine más comercial. En otras palabras, “el mundo es tal como lo ven las Majors.”

Sí, pero no solo eso. Me gustaría apuntar algunas ideas adicionales.

Más allá de cualquier alegato ideológico, veo a Mecanismo velador proponiendo otra forma de “ilusión”, esa que crea la propia película con su fascinante recurrencia a las grafías de sentido ambiguo; a su narratividad oculta, pero bien establecida en las partes que la conforman; a las preguntas que se van lanzando en esos subtítulos apenas visibles, pero que articulan el mecanismo del suspenso; en la progresión formal de las líneas animadas que trazan formas y descubren sentidos. Después de todo, hasta la película más “realista”, apela al complejo mecanismo de la “ilusión”. Con mayores razones, también una película experimental.  “Esa gente” tampoco ve el “mundo como es”.

Mecanismo velador nos lleva en un viaje luctuoso por el fin de la imagen fílmica. Es la agonía de las “marcas” sobre la emulsión, de las “huellas” de realidad sobre el sustento químico de la imagen.  Ahí está ella, deteriorada y en trance de convertirse en otra cosa. En las tres primeras partes de Mecanismo velador, esa agonía queda patente. En el segmento final, se anuncia la irrupción de lo digital.

Para los cinéfilos, el término “próximamente”, al final del “avance” de una película apetecida, es como un combustible. Más que alimentar una ilusión -alienada y condicionada por la ideología, seguramente- es el impulso de un mecanismo que no tiene fin y que te lleva de una película a otra, porque todas pueden tener algo -tal vez solo un plano- que te emocione o te mueva.

Viendo los múltiples y dañados “próximamente” que aparecen, sentí que Mecanismo velador proyectaba una secreta nostalgia por ellos. Y me reconocí en ella. Esos “planos” fueron los verdaderos “mecanismos (re)veladores” de esta notable película.

 

Ricardo Bedoya 

 

Esta película se pasará el jueves 10 de julio, a las 11 de la mañana, en la sala Ventana indiscreta, pabellón E1, tercer piso, de la Universidad de Lima, y el 19 de julio, a las 7.15 de la noche, en el Lugar de la Memoria.

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