Selma

 

“Selma”, de Ava DuVernay, es una película sólida, atractiva, llena de matices.

Es verdad que el esquema general es el de la típica biografía fílmica, en este caso la de Martin Luther King durante las marchas que antecedieron a la promulgación del voto político para los afroamericanos de los Estados Unidos, pero la película va más allá.

Es decir, no se limita a mostrar discursos que parecen prever la gloria futura del personaje, ni convierte a Luther King en un hombre de mármol .  Los tópicos del género son respetados, pero también esquivados por la directora a fuerza de crear atmósferas y de mantener un estilo visual neto, de claroscuros densos, o de exteriores con luz calcinante, la del sur de los Estados Unidos.

La película  desarrolla varios conflictos -el de Luther King con el Presidente L.B. Johnson; el de los marchantes con la policía; el de los negros sureños con el supremacista Gobernador Wallace; el del doctor King con los radicales del movimiento, sean seguidores de Malcolm X o jóvenes inconformistas; el de Luther King con su esposa, acosada por el FBI, entre otros- acumulando escenas de salón, retratos de interiores, conversaciones que mantienen una racionalidad que es la de la propia película. Lo expositivo se encarna en los gestos de los actores, en sus dudas y dilemas. Luther King no aparece como un líder predestinado, sino como un hombre que teme y recula.

Esa dimensión es la más interesante de la película: la de los silencios prolongados; las que muestran a los personajes de perfil en la sombra de sus propias indefiniciones. Es magnífica la secuencia de King llamando por teléfono a la cantante para poder oír la voz de Dios; o aquella otra en que vemos a la pareja escuchando el mensaje difamatorio -¿o acaso cierto?-  del FBI.

La secuencia de la segunda marcha -frustrada por el temor o la prudencia del líder- está puesta en escena de un modo ejemplar, casi coreográfico.  Se extiende para crear suspenso; plantea el conflicto con perfecta claridad; dispone a los personajes en el espacio como en las posiciones de batalla del gran cine clásico, y termina enervando la situación.

No ocurre lo mismo en la primera marcha, en la que un par de cámaras lentas sobre las víctimas de la violencia resultan enfáticas y chirriantes.

“Selma” es una película de “mensaje”, es cierto. Pero descubre una sensibilidad particular y un estilo para filmar.

 

Ricardo Bedoya

 

One thought on “Selma

  1. La descripción del relato permite apreciar la madurez del director. Un director q entendió el momento y lo supo plantear en la escena. Más allá de ingresar al ruedo de lo “políticamente correcto”, el relato deja muy en claro algo que a los americanos les cuesta asumir. Verse como una sociedad retrógrada y eso queda claro en la narración al exponer un tema político social que sucedió hace poco. Una Estado q se resistía a reconocer derechos políticos a sus ciudadanos… increible!!…
    Y la canción q cierra la película es la cereza sobre el postre

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

*
*
Website