Alma salvaje

 

“Alma salvaje”, de Jean-Marc Vallée, cuenta la historia de una mujer que se busca a sí misma luego de varias decepciones personales. Lo hace caminando por la naturaleza agreste, en la ruta del Pacífico, desde el desierto de Mojave hasta el límite con Canadá.

La caminante es Reese Witherspoon,  centro de gravedad de la película. A esa mujer sola en medio de la ruta la amenazan alimañas, caminos pedregosos y algunos personajes que parecen agresivos. Alguna tensión surge de esos encuentros inesperados.

Y está la naturaleza, tan importante en el cine de los Estados Unidos, desde el western hasta las “road movies”. Desde John Ford hasta las “malas tierras” de Terrence Malick. Naturaleza que dialoga con los personajes mientras adquiere una prestancia lírica fundamental.

Aquí no ocurre eso.  Montañas, lagos y praderas están filmadas con belleza fotográfica, pero sin dramatismo. Tienen fotogenia, pero carecen de potencia expresiva. Son paisajes que ilustran una historia de auto superación sazonada con la música de algunos íconos de los años de la “paz y el amor”, como Simon con su versión de “El cóndor pasa” .

El costado psicologista de la historia lo arruina todo. La explicación de los motivos del viaje, del pasado de la mujer y su lado autodestructivo  llegan como flashbacks invasivos. Uno tras otro.

Laura Dern aparece como una figura idealizada, a la vez entrañable y dolorosa, que se muestra con una cámara flotante en el estilo Malick.

 

Ricardo Bedoya 

 

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