No empiezo con buen pie el FIACID.
“Los días”, del argentino Ezequiel Yanco, graba con las técnicas del documental de observación el día a día de dos niñas gemelas de nueve años. Con la cámara casi pegada al rostro y los cuerpos de Martina y Micaela, la crónica se abre progresivamente a la mirada sobre el entorno próximo: la presencia dominante de la madre, la discreción del padre, las lecciones de catecismo, la preparación para un casting publicitario. Todo está registrado con minucia, solvencia, pulcritud, y la película fluye con corrección. Sin recurrir al simbolismo, la película muestra a las niñas en la necesidad de valerse por sí mismas, de crecer.
Es una película interesante pero lastrada por su propio método. El “parti pris” de capturar la morosa cotidianeidad le pasa factura a la película a los 50 minutos de proyección. La película pierde aliento cuando la receta minimalista se torna evidente. La reiterativa descripción de los gestos mínimos (por más carismáticas que resulten las pequeñas) y de la rutina doméstica roza la banalidad. La proyección en la sala Robles Godoy se interrumpió faltando poco para terminar: disco dañado.
La chilena “Ulises Morales”, de Víctor Cubillos, se apoya en una idea ingeniosa: un ciudadano decide imponer reglas de buen comportamiento y moralidad a los infractores de la convivencia urbana. Pistola al cinto y en compañía de un fronterizo asistente y camarógrafo, sale a las calles de Santiago a imponer el “orden”.
Lo que sigue es una sucesión de episodios más o menos irónicos, más o menos crueles, casi siempre anecdóticos y coloridos, con toques de observación costumbrista y guiños de comentario social. Nada más. Lo que sostiene a la película es la presencia de un buen actor, Víctor Montero, que le aporta a su personaje, ese pintoresco fanático, fascista de bolsillo, un toque de farsa, sin caer en lo grotesco.
Ricardo Bedoya