Aloft. No llores, vuela

Aloft. No llores, vuela, es la primera película que la peruana Claudia Llosa filma en el extranjero. No es una película peruana. Es una coproducción hispano-canadiense, en la que también interviene Francia.

La película cuenta la historia de tres búsquedas personales que son también periplos espirituales.  Los tres personajes centrales emprenden viajes de sanación, intentan arreglar cuentas con el pasado, comprender aquello que quedó sin explicar  y hallar una paz que no poseen.

Son viajes inciertos, llenos de desvíos, que transcurren en dos tiempos narrativos. El pasado de una maternidad conflictiva y una infancia solitaria, y el presente que conduce a encarar las asignaturas pendientes desde entonces. 

El tratamiento de la película pretende duplicar esas trayectorias. No llores, vuela sigue un camino errático, evitando las líneas rectas y la nitidez en la exposición. Estamos ante acciones flotantes, como la cámara misma, que se mueve como impulsada por la incertidumbre, privilegiando las imágenes planas, sin profundidad de campo, registradas con focales largas.

O afirma la necesidad de volar. Ese vuelo metafórico que cancele el lamento por la madre perdida. 

Nadie sabe lo que hallará al cabo del su recorrido; acaso algo que resulte inefable. Las acciones de la película se alinean en ese zigzaguante e incierto transcurso.

El frío y la nieve tienen la misma importancia que los personajes.  Los paisajes los definen y les otorgan sus singulares caracteres: siempre ateridos, ensimismados.  Pero también define el tratamiento cinematográfico.  Es una película fría y racional sobre personajes que caminan a tientas y esperan la llegada de lo mágico, lo improbable o lo que se resiste a la razón. 

Como en Madeinusa y en La teta asustada, aquí también encontramos una carga simbólica evidente. Pero a diferencia de esas películas, No llores, vuela no se ata al punto de vista de un personaje único. Por el contrario, son tres miradas y tres motivaciones las que se alternan, girando en torno de un concepto fuerte: la madre que marca un destino.

Acaso el personaje de Cillian Murphy tenga un parentesco esencial con Fausta, la protagonista de La teta asustada. A ambos los encontramos transitando en  sus respectivos ritos de paso.

Sin duda, No llores, vuela es una película arriesgada, pero no lograda. Es irregular, con baches de ritmo y desfallecimientos. Es notoriamente inferior a sus películas previas, pero confirma la ambición y el talento de la directora. No llores, vuela es un honroso paso en falso.

 Ricardo Bedoya

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

*
*
Website