19 Festival de Lima: Magallanes, Solos y Dos besos, tres películas peruanas

Estos comentarios de Magallanes, Solos y Dos besos recogen algunos fragmentos de los textos sobre esas películas contenidos en mi libro El cine peruano en tiempos digitales (2015, Fondo Editorial de la Universidad de Lima) 

 

“Magallanes (2015), primer largometraje del actor Salvador del Solar, adapta el relato La pasajera, del escritor Alonso Cueto. La historia aparece como una primera versión o una variación de La hora azul, novela del propio Cueto (…)

Magallanes enhebra dos líneas narrativas. Una, se vincula con la memoria de la violencia ejercida o padecida. La otra, que es central, traza el retrato de un personaje; ese perdedor llamado Magallanes.

El tratamiento cinematográfico es clásico. Apuesta a una narración lineal que modula las tensiones de cada secuencia. La fotografía es funcional y la presencia de Damián Alcázar se convierte en un centro de gravedad.

Dos pasajes resultan centrales. En el primero, Magallanes decide encarar a la mujer del pasado, ahora convertida en una peluquera afincada en Lima y con serios problemas económicos.  Acude al local de la “pasajera” y le pide que le recorte el cabello y afeite la barba. El concepto abstracto de enfrentar la memoria, reviviendo el trauma del pasado, encuentra una expresión visual y dramática en el desglose de las acciones; en la cadencia, más bien lenta, de ese acto de revelación; en la gestualidad del actor Damián Alcázar, a la vez ansioso y decidido; en la cercanía de la cámara, colocada en primeros planos.

La otra secuencia significativa se reduce a pocos y sucesivos encuadres. La mujer corre teniendo como fondo la escenografía de una Lima nocturna y lejana. Es una carrera larga, que intenta liberar el espanto y el rencor acumulado por tantos años. Parece impulsada por el instinto de supervivencia, el mismo que la empujó en su fuga de la prisión huantina. Es la representación de una escena primordial de miedo íntimo (…)”

“Solos (2014), segundo largometraje de Joanna Lombardi, evoca En el transcurso del tiempo (Im Lauf der Zeit, 1976), de Wim Wenders. Como en esa película clave del llamado Nuevo Cine Alemán, aquí también encontramos un viaje motivado por el cine pero que abre hacia otras dimensiones: la naturaleza y límites de la amistad; el viaje por el gusto del recorrido mismo pero también por la necesidad de cotejar experiencias personales; la vivencia del recorrido que deslumbra y decepciona (el paso del túnel hacia la selva); la interrogación por el estado del cine y su presencia en la memoria de la gente; el azar de los encuentros en el camino; la experiencia climática y natural incidiendo en la propia grabación de la película: el sol que cae sobre el conductor del auto; la lluvia que empieza; la dificultad de cruzar un puente; el ruido de los insectos en la noche (…)

Pero importa, sobre todo, la experiencia del tiempo que pasa y su registro. En un logrado momento, los viajeros se detienen a platicar sentados de espaldas a un campo de fútbol mientras se juega un partido. La mitad del encuadre está ocupado por los interlocutores; la otra mitad tiene en foco a futbolistas del lugar. La acción se pliega a la fluencia temporal. En la imagen tenemos cuerpos en reposo y cuerpos en movimiento. Y el tiempo que transcurre, haciendo perceptible la duración. Es una forma de registro que impone una fuerte cualidad documental. Por eso, los cuatro personajes llevan los nombres de los actores que los representan y las encuestas grabadas tienen un aire de testimonio inmediato, o de apuntes en el cuaderno de una investigación etnográfica sobre la memoria casi desvanecida del cine en esas poblaciones de la selva peruana (…)”

 

“Dos besos (2015), de Francisco Lombardi, escrita por Augusto Cabada, actualiza el debate ético que subyace en Bajo la piel (1996)

Aunque despojada de las connotaciones políticas y sociales de esa película, una de las más logradas de Lombardi, en Dos besos, una vez más, la figura del triángulo amoroso activa una indagación sobre la solidez del pacto que funda una familia. Varias interrogantes impulsan la trama de la película: ¿Qué silencios sustentan ese acuerdo, bajo qué presupuestos se construye, cuán sólido puede ser?

Dos besos, a primera vista, parece una variación de Ella. Como en la película anterior de Lombardi, aquí también encontramos una historia de trazos escuetos; la acción se concentra en tres personajes que mantienen relaciones entre sí y el relato está dividido, a su vez, en tres segmentos.

El tratamiento cinematográfico se pliega a cada una de esas fases o variantes: el esquema del thriller de persecución, anclado en la mirada de Paola, mientras conduce su coche por Lima y sigue la trayectoria del marido, se impone en el segmento inicial.  El drama sentimental marca el acercamiento de Max a Nancy, mientras que el acento melodramático, como una nota aguda, se activa en la etapa final, para luego pasar a una resolución seca pero decisiva.

En los momentos más álgidos, los personajes son guiados por sus intuiciones y se detienen a observar comportamientos que les resultan incomprensibles, tan ofensivos y dolorosos como traiciones personales. El juego de la verdad y la mentira se pone en escena. Dos besos teatraliza la sospecha y los celos. Convierte el descubrimiento de la conducta del otro en una situación indeseable, representada en un escenario que cuesta mirar.

La sensación de encierro es constante, aun cuando la acción discurra por las calles de Lima. Los espacios son acotados y oprimen a los personajes, que se agazapan en ellos, como Paola en su auto, o Max escondido en la habitación de Nancy. Constante estilística en el cine de Lombardi, la asfixia en los espacios que se estrechan, más allá de sus reales dimensiones físicas (…) logra instalar un clima de incomodidad en la película, como si el acoso al que se lanzan los personajes contagiase su carácter extenuante a la narración misma, que no logra mantener el mismo nivel de intensidad en todo su desarrollo. El segmento de Paola, y su pesquisa automovilística, concentra una tensión que se diluye conforme avanza la película (…)”

Ricardo Bedoya

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