“Magic Mike XXL” es la secuela de una película que Steven Soderbergh realizó hace tres años. Esta vez dirige Gregory Jacobs y la película es una pequeña sorpresa.
Una vez más, Channing Tatum encarna al estríper Magic Mike, que vuelve a los escenarios luego de una crisis personal. Lo atractivo de la película no está en la solvencia de las coreografías masculinas –que están filmadas con fuerza y solvencia- ni en la exhibición de los músculos y demás destrezas o potencias de sus protagonistas. El interés se concentra en las escenas de grupo, en el regreso de Magic Mike, en la reorganización de la “banda”, en sus momentos de relajo, en el viaje que emprenden, en las crisis colectivas, en la manifestación de los problemas e inseguridades de uno u otro “entertainer”, del encuentro de Mike con la joven del camino y sus reencuentros con viejas amigas.
La película pasa con fluidez de la “road movie” al musical entre bambalinas; del filme de compinches o camaradas –algunos sienten el peso de la edad y la sensación de haberse quedado retrasados o anacrónicos- al recuento melancólico de una vida vergonzante, desempeñando un oficio al que se alude con eufemismos.
El espectáculo de la masculinidad desafiante queda en un segundo plano. La película, sin perder jamás su perfil bajo, adquiere un tono nostálgico, el adecuado para acompañar el viaje de sus personajes, más bien desorientados, volcados al recuerdo de un pasado mejor, en busca de una segunda oportunidad.
Ricardo Bedoya