En la cuerda floja

En 1974, Philippe Petit cruzó, caminando sobre un cable, a más de cuatrocientos metros de altura, la distancia que separaba a las torres neoyorquinas. “En la cuerda floja” recrea ese episodio, con Joseph Gordon Lewitt encarnando al equilibrista.

Fascinado por los mecanismos de la ilusión, Zemeckis, como su mentor Spielberg, enfrenta a sus personajes con aventuras extraordinarias. Seres comunes que encaran lo insólito, revelado como una epifanía. Les ocurre a los protagonistas de “Regreso al futuro” y “Náufrago”. Asombro potenciado con las herramientas del cine, esos efectos especiales que Zemeckis mima y privilegia.

La historia del funámbulo es tratada como un efecto de ilusionismo. Todo aquí es de artificio. Desde las texturas pastel de un París de fantasía, hasta la melodía de Nino Rota, de acentos circenses, que oímos en algún momento. Y se lucen los esenciales efectos de Tercera Dimensión (3D). Ni “Avatar” los usó tan bien: sin estridencias.

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Ricardo Bedoya

Este artículo se publicó en la edición de la revista Caretas del 22 de octubre de 2015.

 

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