Mr. Holmes

“Mr. Holmes”, de Bill Condon,  muestra a Sherlock Holmes, el famoso detective, convertido en un anciano retirado y con sus facultades algo mermadas. Pasa sus días en una propiedad rural, en compañía de una mujer y su hijo, un niño curioso e inteligente. El gran Holmes ya no tiene quién escriba su biografía profesional: Watson ya no está a su lado.

Ian McKellen encarna al genio de la deducción jubilado que, de pronto, emprende la escritura de una de sus historias pasadas. La película alterna los incidentes del asunto criminal resuelto por un Holmes en el pico de su fama y su talento con las actividades del Sherlock de hoy, dedicado a mantener una colmena de abejas y a conversar con el niño que vive en su casa y al que le aporta lecciones de vida.

“Mr. Holmes” es una película apacible y tradicional, conservadora en asunto y tratamiento.

De sobra está decir que McKellen aporta intensidad al personaje y que la película recrea con precisión esa campiña bellísima donde el tiempo transcurre con lentitud. La alternancia temporal de las acciones resulta mecánica y previsible, y la trama criminal evocada por Holmes roza la inverosimilitud.

Pero este no es un thriller con Holmes como sujeto principal, sino un homenaje al personaje entrañable de la ficción aventurera y, por eso, se perdonan los baches y desfallecimientos. Quedan compensados por el tono cálido y afectuoso que se desprende de la película. Aunque si quieren ver el homenaje mayor a Holmes y una de las películas más tristes y bellas que se hayan hecho sobre su mitología, busquen “El último secreto de Sherlock Holmes” (“The Private Life of Sherlock Holmes”), de Billy Wilder.

 Ricardo Bedoya

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