Debate: ¿Para quién se escribe la crítica?

En la lista de mejores películas del año 2016 publicada en este blog, Mónica Delgado señala en la introducción, a manera de impugnación, el “círculo vicioso de estrenos-majors-crítica- reseñas”, y cierra esa referencia indicando que se sigue haciendo “la crítica caduca de hace más de 60 años”.

Si Mónica se refiere a la crítica que se escribe en diarios y revistas de actualidad, su cuestionamiento tiene muy poco sustento, pues estas publicaciones apuntan a un lector cuyos referentes están en los estrenos semanales.

Se dirá que con ello se le hace el juego al negocio de la distribución-exhibición. Hasta cierto punto, sí, porque se reproduce la cadena tradicional de producción-exhibición-publicidad-crítica- público, pero no hay manera de sustraerse de ella, a no ser que se niegue el estado de cosas prevalente y que la crítica se dedique de manera casi exclusiva al comentario y a la ponderación de los films que Mónica selecciona en su listado, es decir, todos (o casi todos), producciones independientes que no entran al circuito comercial. Sería algo así como pedirle a Fernando Vivas que casi no escriba sobre la televisión de señal abierta, sino sobre las formas experimentales del video en su columna de El Comercio.

La exigencia implícita en el texto que comento es la de excluir (o casi) la atención al material de estrenos y concentrarse en ese otro cine, el que exhiben festivales como Lima Independiente o Transcinema, lo que me hace pensar en la teoría de la deconstrucción que las revistas CinetiqueCahiers du Cinéma defendían a inicios de los años setenta: una estética radical opuesta a la producción de las grandes compañías y el casi silenciamiento de las referencias a lo que se ve en las grandes salas. 

No llega a tanto lo que dice Mónica Delgado, pero se acerca pues se advierte claramente en este texto, como en otros que ha escrito,  esa dicotomía a ultranza entre el cine realizado para el gran público y ese otro que apunta a minorías.

Yo estoy entre los que cree firmemente en que ese cine de minorías debe ser apoyado, primero en sus posibilidades de existencia, y luego en lo que significa como espacio de experimentación y libertad creativa. Pero de allí a convertirlo en el paradigma único del arte cinematográfico hay una distorsión que viene desde hace mucho tiempo, desde que las vanguardias europeas de los años veinte en su afán legítimo de reivindicar modos expresivos ausentes en el espacio cinematográfico, establecieron ese canon excluyente que opone arte a espectáculo, industria a producciones marginales o independientes, cine de autor a cine de género, etc.

Entre otras razones, la revista Hablemos de Cine surgió hace cincuenta años para oponerse drásticamente a esas dicotomías y esta parece ser una nueva etapa en la que, nuevamente, hay que salir al paso de esas antinomias reduccionistas.

Si se quiere dedicar un blog o una revista impresa a una producción de signo independiente, en buena hora. Que existan festivales dedicados a esa producción, estupendo, y ojalá que vayan en aumento. Que se debe visibilizar lo más posible esa franja del cine donde, en efecto, se ponen de manifiesto algunas de las creaciones más notables del cine contemporáneo, no cabe la menor duda.  Que las salas de arte y claro, las otras pantallas, son espacios muy aprovechables para su difusión… Pero convertir eso en la única modalidad defendible es un error que sólo se explica por una visión limitada y elitista del arte cinematográfico (por más que diga que es amplia y plural) y un menosprecio del cine como espectáculo popular.

Incluso, esas objeciones a la crítica periodística parecen ignorar que, justo en estos años, hay un número de realizadores norteamericanos que trabajan o son distribuidos por las grandes compañías, que forman un segmento creativo muy apreciable. Sin agotar la lista menciono a los dos Anderson (Paul Thomas y Wes), a los hermanos Coen, a Alexander Payne, a James Gray, a Judd Apatow, a los hermanos Farrely, a Michael Mann, a Richard Linklater, a Todd Haynes, a Gus van Sant, a David O. Russell, a Jeff Nichols, sin considerar a otros de mayor trayectoria.

Incluso, en el terreno de los blockbusters hemos visto este mismo año como se puede crear una obra estéticamente tan rica y sugestiva como Mad Max: furia en el camino, sin que eso signifique una merma en la capacidad de comunicación con el gran público. Se dirá que es la excepción a la regla. Seguramente. Tampoco las producciones independientes o las que tienen clara vocación experimental son buenas a priori y pueden ser menos valiosas que muchas obras de género.

Por supuesto, no se trata en absoluto de ignorar las manipulaciones del negocio cinematográfica, las exclusiones constantes, las estrechas miras comerciales, la reducción creciente de los espacios de pantalla a las producciones que les resultan incómodas o extrañas, incluso entre las propias películas norteamericanas.

Pero una posición como la de Mónica Delgado en vez de  postular una comprensión más amplia y abierta de la creación cinematográfica, lo que se está haciendo es, prácticamente, volver sobre un equívoco que tiene ya prácticamente cien años de existencia. Y ese mismo equívoco se está aplicando ahora al cine que se hace en el Perú, como si sólo tuviera derecho de existencia y de atención de la crítica una producción marginal y ajena a los modos conocidos de narración y representación.

Isaac León Frías

12 thoughts on “Debate: ¿Para quién se escribe la crítica?

  1. Estoy de acuerdo con que el buen cine traspone las fronteras del mainstream, el blockbuster, el cine independiente, documental, no ficción, experimental, etc. Pero por eso mismo pienso que en los recuentos anuales se debe presentar una sola lista de estrenos, no importa si estuvieron en cartelera comercial una semana o seis semanas o en las salas alternativas autorizadas de pantalla grande, un día o dos días. Y bajo una cierta valoración o puntuación que queda a criterio del crítico, bloguero o periodista especializado, se deben publicar las 20 primera películas por ejemplo. De esa misma lista, que debe ser bastante más larga, se puede seleccionar, si se quiere, las mejores películas peruanas, algunas de las cuales podrían ya estar incluidas en la lista principal. Una lista aparte podría ser más personal que abarque las mejores películas de décadas pasadas vistas por primera vez.
    Pero hacer una lista de estrenos comerciales y otra de alternativos es darle una mano injustamente a quienes año a año nos endilgan una cartelera mediocre que nos priva de ver con comodidad lo mejor del cine mundial. En efecto, si hacemos el ejercicio de unir en una sola lista las mejores 20 películas exhibidas en Lima en el 2,015 solo entrarían ahí 3 o 4 estrenos de las multisalas.

  2. No estoy de acuerdo con Alberto (Castro?) en que haya que presentar una sola lista de mejores del año. Si se considera, como yo también opino, que la cartelera es enormemente restrictiva, pues hay que decirlo una y otra vez, pero la separación debe ser clara para así mostrar las diferencias cualitativas entre la cartelera comercial y la no comercial y la superioridad cualitativa de la segunda sobre la primera. No porque el cine ‘de arte’ sea ontológicamente superior al que supuestamente no lo es, sino porque es verdad que en estos tiempos (no siempre fue así), ese cine ‘de festival’ ofrece, en sus mejores obras, un caudal expresivo que no encontramos en el promedio de las producciones de la gran industria. Se me dirá que cuando se trata de valorar hay que ponerlo todo junto, pero no creo que deba ser así en una lista que se hace pública, justamente para no ignorar que hay un mercado de estrenos comerciales que, además, es el que llega al mayor número de espectadores y, seguramente, lectores de diarios, revistas y blogs.

    • Hola Isaac,

      En este blog comento siempre firmando como McZorro, así que el Alberto de arriba es un tocayo.

      Solo para evitar confusiones. Un abrazo!

      Alberto Castro.

  3. Referente a la introducción que Mónica Delgado hace en su lista y además de un post de Farid Rodriguez en el Otros Cines de John Campos (quien apunta a lo mismo que señala Mónica), creo que para varios el dialogar más sobre cine comercial no necesariamente implique seguir o reafirmar una moda o agitar una bandera. Por otro lado, tampoco creo que (por poner un ejemplo) el hablar más de “Ant Man” signifique se esté minimizando las otras formas en que el cine se ve representado. Desde una perspectiva local, la cartelera tiene mayor afluencia que el cine artístico, puro o como se le quiera llamar. Obviamente, esto no convierte al cine de la cartelera en un mejor anfitrión, pero sí en tema central (no se confunda central con “más interesante”). El solo hecho de que tenga mayor presencia hace que se comente más, tanto en reseñas como en listas.

    Caso personal, en la lista que brindé a este blog este año doy lugar a las películas antiguas que vi por mi cuenta. El solo hecho de mencionarlos ya es un efecto de persuasión o invitación a que el lector vea: “Estas películas me parecen buenas así que te las recomiendo”. A mi parecer esa es una principal labor del crítico. Invitar o motivar al espectador a ver tal o cual tipo de cine, sin necesidad de darle prioridad o exclusividad a algún tipo de representación, como también sin desprestigiar a otras formas de cine. Lo “puro” no hace “impuro” al otro.

    Repito, y si se observa un mayor protagonismo del cine de la cartelera en los espacios del periodismo cinematográfico…”quiero creer” que es porque este nos da al alcance más películas que la que nos brinda por ejemplo una muestra o un festival de cine. Obviamente sería genial si hubieran más festivales o películas independientes en la cartelera…lastimosamente no es así. No queda más que tratar de estirar lo más posible nuestros comentarios a esas películas que poco se ven localmente, sea para formar criterios, dar a conocer o incluso nuestra propia vocación. Ahora, si en medio se interpone una película comercial que merezca atención, sea porque tal vez fílmicamente vale la pena comentarla, por mi lado no dudaré en hacerlo.

  4. Estoy de acuerdo con Chacho León.

    Difundir, analizar y ponderar -a troche moche- el cine radical, minoritario, hermético, personalísimo, perjudicando y negando el cine comercial, dirigido al gran público (el mismo que apela a agresivas campañas de marketing, copamiento del mercado, empleando códigos de probada eficacia expresiva y narrativa) no sólo me parece elitista -como apunta Chacho- sino arrogante y snobista.

    Hay una sensación de “trepismo” en todo esto. El alcanzar un reconocimiento nobiliario a costa de inflamar una dicotomía rancia, reduccionista y retrógrada: la de oponer “lo comercial” a “lo de autor”. Cuando se ha probado, en 100 años de crítica de cine, que en ambas márgenes se produjeron grandes películas y se vienen estableciendo vasos comunicantes. De hecho, en 2016 es mucho más factible que los estudiantes de cine beban de todo: de Jonas Mekas, a Jean-Luc Godard y Chris Marker pero también de John Ford, Elia Kazan y Howard Hawks.

    Porque la cinefilia es un ejercicio del goce y del amor (no del disgusto, no del sectarismo, no del elitismo, no del poserismo) me parece prudente y necesaria la intervención de Chacho. Las películas tienen que ser vistas, respirar, difundirse. Las mainstream y las de autor. Deben quebrarse las malas prácticas comerciales y ampliarse los espacios y plataformas de difusión. El streaming es una demostración palmaria. Los festivales de cine independiente también. Pero soy un convencido que una película tiene que hacerse querer, tiene que ser disfrutable; no hablo de ñoñerías pero tampoco de imponer barreras e incomodidades al espectador. Encontrar un “tanque” de Hollywood en 09 salas de un multiplex es una incomodidad grandísima; encontrar un filme con planos fijos de 20 minutos de duración, con cero acción, también.

    Ver la última película de J.J. Abrams o Spielberg, con todos los medios de producción y distribución al alcance de sus manos, es ocioso y antipático quizá (no obstante que son grandes directores de cine). Pero hurgar en el cineasta perdido en Australia, Suecia, Brasil o Guatemala, que filmó en super 8 hace 50 años y no tuvo ni la prolijidad ni la ambición de filmar de manera sostenida, me parece igual de antipático y vano.

    Con esto quiero decir que la cinefilia y la crítica más que un ejercicio del disgusto, más que poserismo, más que una dictadura, es un ejercicio del amor, del gusto, de la asociación, del coleccionismo, de la comparación y del conectivo.

    En fin, saludos.

    Oscar Contreras

  5. Estoy de acuerdo en casi todo lo que escribes, Oscar, salvo en lo de hurgar en el cineasta perdido en Australia, Suecia, Brasil o Guatemala que filmó en super 8 hace 50 años… Fíjate que aunque no sea un material estéticamente valioso o relevante, tiene un interés testimonial indiscutible. Ese es el sueño de los archivistas y te aseguro que yo busco con avidez todo el tiempo en you tube la aparición de algún material casero filmado hace 40, 50 o 60 años en el Perú. Y se vienen haciendo descubrimientos de filmaciones desconocidas u olvidadas y, con ellas, de sorpresas mayores o menores.

    • En el año 2005 vi en el BAFICI una suerte de documental-musical titulado HITLER´S HIT PARADE que hilvanaba valiosas filmaciones en Super 8 de principios de los años 30 (absolutamente nítidas) que daban cuenta de situaciones domésticas y oficiales de Adolfo Hitler y el Tercer Reich, con resonancias musicales de esos años (en alemán y en inglés). El resultado era excepcional. También me acuerdo de otro documental con filmaciones caseras sobre Rock Hudson y su homosexualidad; o del filme italiano OH UOMO que en su último tramo alternaba filmaciones médicas terribles de sobrevivientes en la Primera Guerra Mundial; ni que decir de ELECTRIC EDWARDIANS de los cameramans Mitchell y Kenton con registros excepcionales de la Inglaterra de 1900-1909 (que estuvieron perdidos por décadas)…….Me acuerdo también que alguna vez comentaste en público sobre los esfuerzos de la Filmoteca de Lima por adquirir y restaurar películas en todos los soportes; teniendo como referente los esfuerzos de México, Brasil y Argentina por recuperar y preservar su Archivo Nacional Fílmico……. Todo esto viene a cuenta de mi comentario “…hurgar en el cineasta perdido en Australia, Suecia, Brasil o Guatemala, que filmó en super 8 hace 50 años y no tuvo ni la prolijidad ni la ambición de filmar de manera sostenida, me parece igual de antipático y vano…..”.

      No iba en contra de las filmaciones caseras o de la investigación, la arqueología o la archivística cinematográficas. No. Sino contra la actitud de snobista de “descubrir” una obra, una filmografía, un estilo en “filmaciones estéticamente no valiosas o relevantes”. Pude hablar de la experimentación o de las instalaciones.

  6. De alguna manera, la gente espera que los profesionales, que se consideran especializados en cine, escriban una crítica sobre la película que vio en el cine. A veces te dan la razón, u otras no. Así que considero, que aunque no nos guste una película, por respeto al público, hay que escribir sobre ella y generar debate para que el público repare si es buena o no.

    En el documental Life Itself, el protagonista de la historia, Roger Ebert, decía, que muchas veces. una crítica podría ayudar a esa película pequeña que no llega a las salas comerciales y algunos cineastas se lo agradecían. Y el público también. Además este negocio se soporta más en el boca a boca y la gente espera una recomendación de una película.

    No tiene sentido dejar de hablar de una película simplemente porque es comercial, porque considero que tanto un blockbuster como una película artística, independiente o de autor, pueden liderar un raking de las mejores del año.
    Lo que hay que procurar es que tanto un blockbuster como una película pequeña tenga el mismo espacio y cobertura en un medio, para que finalmente el público decida.

    Y si se considera que hay un copamiento de los blockbuster en los medios, lo ideal sería iniciar un proyecto que promueva ese cine que no llega a los cines comerciales, que aunque tenga un público pequeño, igual tendrá su impacto.

    El elitismo no le hace bien al cine.

  7. Acá el problema radica en el proselitismo que se pretende hacer sobre un determinado tipo de cine independiente por encima de otro que puede no ser tan independiente o ser comercial. Lo que debe interesar es que las películas, provengan de donde provengan, sean buenas, valiosas, enriquecedoras. Ya que te gusten o no es simplemente una cuestión subjetiva y depende de cada persona. No me gusta para nada el reduccionismo.

  8. Mónica Delgado responde a mis objeciones y al menos amplía un poco las interrogantes o los cuestionamientos que apenas esboza en el texto que dio lugar a mi primera entrega. Le respondo aquí a una pregunta puntual: yo no escojo las películas que comento en el semanario Somos. Me las proponen y les interesa que comente de preferencia las que tienen mayor audiencia potencial, incluidas las peruanas. Es una regla de juego que acepté cuando se inició mi colaboración con la revista.
    Admito que es verdad que escribo muy poco en este blog y que debería hacerlo en mucha mayor medida con las películas que, por ejemplo, incluyo en mi lista de estrenos no comerciales de fin de año. Por lo demás, yo también tengo objeciones muy puntuales que hacerte y que podrás leer en el texto La crítica a los críticos/ De blogs y blogs que hoy mismo debe postear Ricardo, sin dejar más adelante de comentar o responder a lo que mencionas a lo largo de tu último post. Que tengas un buen año y que el debate sobre los temas de fondo (no sobre frases o dichos) sea largo y provechoso.

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