Sjöström por tres

Programa triple en un lugar formidable, la Fondation Jérôme  Seydoux-Pathé en París. Sala de exhibición, espacio para exposiciones y centro de documentación, el espectacular edificio, obra de Renzo Piano, está consagrado al cine silente. Muestra de preferencia la producción Pathé, pero se abre a la proyección de títulos de otras empresas productoras y cinematografías de distintas nacionalidades.

Paso la tarde en la pequeña y preciosa sala de proyección.  el programa está dedicado a Victor Sjöström. Acompañadas por improvisaciones en piano, veo “Terje Vigen” (1916), “El monasterio de Sendomir” (1920) y ” La vieja mansión” (1923).

Es una muestra del estilo de  Sjöström en formación y del cine nórdico de la época.

Las imágenes, que se proyectan con toodas las marcas del soporte analógico, muestran, en planos abiertos, los elementos de la naturaleza imponiendo obstáculos a los protagonistas, hombres rudos y de rasgos angulosos que resultan empequeñecidos ante al peligro. Una película como “Terje Vigen” adquiere un verdadero aliento epico solo inscribiendo la silueta del protagonista en el horizonte, con el mar encrespado en el fondo.

Y luego de la furia, llega la armonía. El  tratamiento visual del sueco coteja las edificaciones humanas, las comunidades, los cuerpos de los pescadores o campesinos con las líneas quebradas por los desequilibrios naturales. Es el sentimiento de lo transitorio: vencidos esos peligros, ellos volveran a sus casas, sus trabajos y sus tierras para celebrar los ciclos de la naturaleza.

Ese lirismo de lo ordinario no siempre tiene como marco los grandes espacios marinos ni los escenarios congelados. Sjöström es también un maesto del drama en interiores. “El monasterio de Sendomir” es una tragedia de celos y obsesión que tiene como personaje a un inmueble cargado de resonancias simbólica. Los arcos y columnas del lugar se ofrecen como una escenografía expresionista que potencia la laberintica incertidumbre del protagonista. La película prefigura los escenarios ominosos, encarnaciones de las fantasías del moro, del “Otelo”, de Welles.

 

Ricardo Bedoya (desde París)

 

 

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