“Danzantes de tijeras”, el cortometraje de Jorge Vignati, fue restaurado en 2012 por la Filmoteca de la Pontificia Universidad católica del Perú. Sobre esta película, en el libro “100 años de cine en el Perú. Una historia crítica”, escribí lo siguiente:
” (…) Jorge Vignati, participó en el frustrado proyecto de Manuel Chambi de rodar un filme adaptado de “La agonía de Rasu Ñiti”, el notable relato de José María Arguedas. Un día, observando los ensayos de los grupos de danzantes de tijeras ayacuchanos qué participaban en la cinta, decidió que podía convertir el vistoso baile que practicaban en asunto de un cortometraje. Tomó en préstamo un rollo de película y filmó la danza –que es una competencia entre dos danzantes que van trazando una coreografía de pasos y gestos, mientras suena la música acompañada por el sonido metálico del golpe de las tijeras que llevan en las manos los contrincantes – en un plano secuencia concebido como un cerco trazado por la cámara en tono a los danzarines, gracias a un ininterrumpido movimiento circular que constreñía el espacio y a los ejecutantes de la danza.
Ejemplar en su concepción e impecable en su ejecución – un nítido y fluido trabajo de cámara en mano -, Danzantes de tijeras (1974) llamaba la atención a la vez sobre la virtualidad ritual de la danza y sobre la coherencia y economía del procedimiento casi geométrico empleado para mostrarla. COPROCI dictaminó que la película era enojosa y aburrida y que le hacía falta un nuevo montaje, una estructura más tradicional o la inclusión en la banda sonora de un texto explicativo sobre los orígenes o sentido de esta tradicional danza de las tijeras. Una agria y lamentable disputa sobre la autoría del filme, que filmó Vignati pero pretendió reivindicar Chambi, completó la mala fortuna del corto, considerado por muchos como uno de los más logrados de entre los que se han hecho en el Perú.”
Ricardo Bedoya