Stanton y Shepard

Separados por una generación, Harry Dean Stanton (1926-2017) y Sam Shepard (1943-2017) estaban unidos por los modos en que encarnaron los reveses de la cultura del éxito. Desgarbados, resistentes, encaminados hacia derroteros inciertos, su vocación fue la de los grandes actores secundarios del cine de los Estados Unidos.

Aun cuando los viéramos de saco y corbata o manipulando objetos de estos tiempos, eran refractarios a la modernidad. Individualistas, apegados a la tierra, casi anacrónicos. Como los vaqueros, los recordamos en espacios abiertos, cumpliendo misiones sin envanecerse y listos para seguir en la ruta. Stanton luciendo un aire melancólico (Paris, Texas), extrañado (Twin Peaks: tercera temporada) o poseído por el arrebato de los fanáticos, como en su mejor papel, el de “Sangre sabia”, dirigido por John Huston (En la foto). Shepard aparece impávido hasta cuando rompe la barrera del sonido en “Elegidos para la gloria”, o se consume de pasión y enfermedad en “Días de gloria”, de Terrence Malick.

Cultores de la música y el teatro (Shepard fue un reconocido dramaturgo y guionista), ambos vivieron con intensidad la contracultura y se movieron con seguridad por el centro y por los márgenes: por el cine de autor y por el de géneros.

Ricardo Bedoya

Nota publicada en el diario El Comercio del 30 de diciembre de 2017.

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