No es casual que los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne sean coproductores de “Querido hijo”, del tunecino Mohammed Ben Attia. Y es que en esta historia de afecto y lealtad paternal, el protagonista sigue la trayectoria de muchos de los personajes del cine de los belgas. Se empeña en una misión difícil, acaso imposible, que toma como una exigencia ética, pero también como un acto de amor por el hijo que parte a Siria en una decisión cuya motivación nunca es revelada, pero que podemos imaginar. Como la protagonista de “Dos días, una noche”, el padre realiza un periplo largo y complicado con el fin de cumplir un trabajo de persuasión, acaso inútil, acaso extemporáneo.  Un viaje donde la realidad y el sueño se van a entremazclar de un modo decisivo. 

La cámara de Ben Attia no tiene el ímpetu de la de los Dardenne. Todo aquí es mas reposado y clásico en su narrativa y estilo.  Y menos ilustrativo y explícito. La película elude las explicaciones, se abre a la incertidumbre, no toma partido ni juzga las opciones de los personajes. Solo le interesa modular el pesar del padre, su desconcierto, su desesperanza, su vuelta a la realidad.

Ricardo Bedoya