Intercambiadas

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El problema de “Intercambiadas” es que la premisa argumental, luego de planteada, no logra ir más allá.

 

Una vez que el personaje de Johanna San Miguel trueca su identidad con el de Patricia Portocarrero, todo se detiene. La historia deja de fluir. La trama queda ahí, como paralizada, en espera de alguna situación importante que la sacuda e impulse.

 

Es verdad que aparecen los enredos que debe afrontar Patricia cuando llega a la oficina de Johanna. Y los de Johanna tratando de resolver los problemas domésticos y maternales de Patricia. Pero esas líneas argumentales son muy débiles; no progresan en la confusión, los malentendidos y equívocos que son combustibles de la comedia de situaciones . Acaban por disolverse en la nada.

 

Al no haber situaciones sólidas, ¿qué queda?

 

Sin duda, apelar al juego de las actrices, haciendo que Johanna imite a Patricia y viceversa. Es decir, estimulando la competencia entre ellas, apostando al guiño satírico y al vacilón de ver a una calcando o caricaturizando el estilo de la otra.

 

Pero eso tampoco ocurre, más allá de alguna frase dicha con la entonación de la intercambiada.

 

El humor se apuntala con disfuerzos, muecas, pucheros, seseos y tics diversos. Cada secuencia aparece entonces como un sketch agitado por las sobreactuaciones.

 

Patricia Portocarrero es una actriz de talento. Está a la espera de un director que la conduzca a lo que puede ofrecer de verdad. 

Ricardo Bedoya

 

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