“Sueño Florianópolis”, de la argentina Ana Katz, trascurre en la década de los noventa, en pleno menemismo, cuando los argentinos de las clases acomodadas, favorecidos por el tipo de cambio, viajaban a Florianópolis, en Brasil, para hacer turismo. Una pareja en trance de separación, viaja hasta allí. Acompañados por sus dos hijos, emprenden el paseo final, o acaso buscan un reencuentro inconfesado. Katz, la notable directora de “El juego de la silla”, “Una novia errante”, “Mi amiga del parque”, entre otras, sugiere, insinúa, deja cabos sueltos y parece seguir la estrategia del relato propio de las comedias de “rematrimonio” de las que habló Stanley Cavell.
Lo mejor está en el registro de la lasitud de los cuerpos, del ocio veraniego, de las relaciones inesperadas que surgen, del deseo que se asoma. Y en el empeño de Katz por sabotear el canon de la comedia romántica –o de reconquista matrimonial- sembrando obstáculos a los planes no dichos de los protagonistas.
A pesar de esos logros, a la película le falta empuje y tensión. Se contagia acaso de la molicie vacacional.
Ricardo Bedoya