Norte

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Lástima que “Norte” haya sido estrenada en una forma tan desairada, sin publicidad ni mayor información. Sin duda, es una de las mejores películas peruanas de este año y lo más logrado del director Fabrizio Aguilar.

Es una película concentrada en lo dramático, elíptica en la exposición, atenta al desempeño de los actores; de ritmo quedo; distante de cualquier afectación estilística.

Ceñida al retrato de Alejo (Rómulo Assereto) un joven arqueólogo peruano (Rómulo Assereto) que regresa a Canadá para una entrevista de trabajo y se reencuentra con su familia, la película extiende distintas líneas narrativas que desarrolla sin enfatizar alguna en particular , tratándolas con discreción y pudor en la exhibición de los sentimientos.

El conflicto con el padre; la relación con el hermano de opiniones “muy limeñas”; el peso del pasado y las culpas que se arrastran; una inesperada atracción amorosa; la relación con las expectativas de la familia de Alejo que se encuentra en el Perú; el recuerdo de la madre muerta,; la preparación de la puesta en escena de una obra teatral. Esas situaciones dan origen a una trama de afectos contradictorios que Aguilar maneja sin cargar las tintas, apostando a la alusión, y encontrando soluciones visuales a las ideas que propone: la secuencia del diálogo en la “zona liberada” –mejor, la “zona de fumadores”- con la luz que se apaga y se vuelve a prender; los cortes bruscos de montaje (jump cuts) sobre Alejo caminando por el pasillo o corriendo por las calles congeladas en alternancia con las imágenes de su encuentro con el personaje de Jessica Allen; el trávelin inicial con la nieve que empieza a caer con fuerza; las imágenes de las habitaciones vacías.  El montaje de Roberto Benavides aporta precisión y nitidez a la sucesión de esas imágenes de tensión y desolación que acompañan el tránsito sobresaltado de Alejo.

Y halla un estilo visual neto: movimientos de cámara ceñidos a los desplazamientos de los actores; fotografía (un notable trabajo de José Luis Salomón Méndez) de colores pálidos que plasman la expresión de la emoción de Alejo: la sensación del estar aterido, pasmado, pero a la vez cargado de furia interna.

Pero el logro central de Aguilar está el tratamiento decantado de la dimensión alusiva y simbólica que surge de las situaciones, sin necesidad de convertir a la película en un discurso ni en una alegoría.

Es lo que ocurre con la resonancia del pasado -y su vigencia- al que remite el trabajo de Alejo y sus excavaciones arqueológicas. Concepto que se asocia a las evocaciones que suscitan la llamada “zona liberada” de la casa y la condición migrante de la familia. Y con el juego de espejos que se establece entre la situación central de la película y la condición de padre e hijo -las tensiones entre Willy y Biff- en “Muerte de un viajante”, de Arthur Miller. También, con la idea que subyace en toda la acción: que no importa donde estén, los peruanos llevan, como parte de su equipaje, divisiones, prejuicios y rencores profundos. Una noción que también encontramos en “La bronca”, de Daniel y Diego Vega.

Acaso por su origen teatral (la obra Newmarket” de Jorge Castro), o por un prurito de claridad, o por la necesidad de redondear la situación, el clímax no está a la altura de lo anterior. El diálogo final entre los dos personajes centrales (no se puede decir más) tiene una resolución ilustrativa y más bien convencional en su tratamiento cinematográfico.  

A pesar de eso, “Norte” es una película personal y madura, ajena a cualquier aspaviento de estilo.  

 Ricardo Bedoya

6 thoughts on “Norte

  1. Sí, el final es muy decepcionante, cuando debió ser la culminación de un proceso que, con ciertos desniveles, marchaba bien. Ese final afecta no poco al resultado de la película y le da una teatralidad impostada que antes no tenía.

  2. De acuerdo con Ricardo Bedoya en casi todo. Añadiría destacar, además de lo ya mencionado, la actuación relevante de todos los actores y la cuidadosa pertinencia de la banda sonora.
    Sobre el final “teatral”, creo que un mérito de la película está en lo que no se dice pero se presiente. El final no es lo que se dicen padre e hijo. Es un largo travelin crepuscular en el camino de vuelta. Lo que la hace redonda.

  3. Me da la impresión de que Aguilar no se decide por un lenguaje visual. No maneja la economía narrativa y utiliza planos muy similares dentro de la misma escena, cosa que en mi opinión refleja inseguridad. A demás la transformación interna del personaje de Romulo Aserto me resulta imperceptible. Este mantiene un mismo estado emocional durante toda la película, lo que hace que una vez sucedidos los eventos dramáticos (en los que si ejecuta acciones físicas) no se note un cambio en el estado de animo o en su psicologia. Esto, creo yo fuerza una transformación al apuesta mucho más por lo físico que por lo interno.

  4. Es una película con esfuerzo, dedicación y madurez . Buen proyecto de Fabrizio Aguilar.
    Éxitos a Norte.
    Se lo merece .
    Es calidad .
    Cada espectador tiene su propio criterio . Usémoslo.
    No influenciemos a los cinefilos.
    Al contrario apoyemos para que se llenen nuestras salas de películas peruanas buenas con sobriedad y estilo .

  5. Es irónico que la foto emblema sea justo aquella donde la película peca de ilustrativa. Pero a la vez donde se nota más la capacidad actoral de Gianfranco Brero. Pero hay otra escena, innecesaria y mal hecha, donde Alejo y la pareja de su hermano se besan o producen un conato erótico con elipsis incluida. Pero en general estoy de acuerdo en que la película, si bien tiene un esquema narrativo convencional, muestra, en su desarrollo, despliegue y contenido. Felicitaciones para Fabrizio Aguilar por este trabajo que creo debió estar en el Festival de Lima.

  6. Me gustó la película, concuerdo con el autor del artículo en que uno de los atractivos mayores de la película es ese decantamiento, ese aparente alejamiento y separación de la existencia con los hechos cotidianos y dramáticos de la vida.

    Además la vista de paisajes, tomas oscuras, opacas, casi en blanco y negro brinda expresión de congelamiento, pasividad; pero también gravedad y tensión.

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