El Oscar

 

 

Es un juego tonto e irrelevante,  ya lo sé, pero ahí va:

Creo que la “mejor película” será “12 años de esclavitud” (en la foto), porque tiene los ingredientes para ello: seriedad a prueba de balas;  tema” importante”;  gran empaque de producción;  buenas actuaciones; un director talentoso que sabe muy bien (demasiado bien, diría) lo que hace y lo que necesita para subir al escenario. Es dura y realista, sin ser “extrema” ni sensacionalista; pudo haber sido sórdida, pero Steve McQueen conoce las fórmulas “arty” para engreír a sus imágenes.

Dicho esto, puede  suponerse que es una película impostada, académica,  aplicada, estetizante, de “interés humano” y políticamente correcta. Sí, tiene algo de todo eso. Pero va más allá y posee otros méritos. Experto en “vía crucis” y ordalías, McQueen  vive fascinado por los cuerpos de sus actores. Una fascinación más bien perturbadora porque, después de admirarlos, los somete a maltratos sin fin. Ese componente sádico le aporta a las películas una mirada pasional,  ambigua y atractiva: ama  los cuerpos gloriosos, pero los filma cayendo.

Otro punto a favor de McQueen: compone los encuadres con manía preciosista (lo que resulta, por momentos, empalagoso), pero aprovecha como pocos la profundidad del campo visual. Invita a mirar los fondos, los términos más distantes: lo que parece estar ahí, perdido, o dispuesto para pasar desapercibido, se convierte en dato significativo. Cultiva ese arte olvidado: la puesta en escena.

Me gustaría que ganen “Ella” o “El lobo de Wall Street”. “Antes de la medianoche”, que es la mejor de todas, no es candidata en esa categoría.

Cate Blanchett debería llevársela por “Jasmine”, salvo que el  “escándalo Allen”  debilite sus posibilidades. En ese caso, los votos podrían migrar hacia Amy Adams, lo que estaría muy bien, o hacia Sandra Bullock, que no estaría mal.

Me gustaría que gane Judi Dench. Es el cerebro, el corazón y la sensibilidad de “Philomena”, de Stephen Frears. Una película sólida, noble, al viejo estilo, despojada de coqueterías estilísticas, y conducida con temple clásico por Frears.

El mejor actor será Matthew  McConaughey, que vive su reinvención personal. Es un grande, sin duda. Hay que verlo en la delirante “Killer Joe” y en “Mud”, para  entender la amplitud de su registro.

Me gustaría que fuera DiCaprio, como un premio retrospectivo. Que el lobo codicioso se lleve el Oscar que debió recibir “J. Edgar”.

Dicen que el mejor director será Alfonso Cuarón. Prefiero a Scorsese, y por mucho trecho.

La mejor película extranjera podría ser “La gran belleza”, de Paolo Sorrentino, homenaje al Fellini de “La dolce vita” y “Satiricon”. Una buena película, de grandes momentos, pero irregular.  En esta categoría siempre hay sorpresas: de pronto “La caza” o “La imagen faltante”, de Panh, entran por los palos.

Otros premios que me gustarían, pero que veo improbables:

-Sally Hawkins, como actriz de reparto, por “Jasmine”, porque está casi tan notable como Cate Blanchett.

-Michael Fassbender (otro grande del cine actual); Jonah Hill o Barkhad Abdi, como actores secundarios.

– “Ella” y “Antes de la medianoche”: premios a los guiones originales y adaptados, respectivamente. Son las mejores películas y no deberían quedarse sin nada.

Ricardo Bedoya

 

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