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Bad Luck Banging or Loony Porn': Film Review Review | Hollywood Reporter

La ironía y el sarcasmo marcan las películas de Avi Mograbi y de  Radu Jude.

“The First 54 Years: An Abbreviated Manual for Military Occupation”, del israelí Mograbi, reúne testimonios de los operadores de la ocupación israelí en la Franja de Gaza y Cisjordania. Militares de diversas gradaciones y capacidades de decisión dan cuenta de las estrategias y acciones que se desarrollaron, a través de los años, para mantener la situación bajo control. 

 El propio Mograbi aparece, libro en mano, comentando el “manual” destinado a normalizar la sujeción. Con gesto serio, pero con una entonación, un fraseo y un brillo en la mirada que delatan sus intenciones, el realizador desmonta la asepsia de los dispositivos militares, “traduce” la terminología neutra del supuesto manual y destapa lo que hay detrás de la disciplina, el cumplimiento de las órdenes y la imposición de la “normalidad” en esos territorios: el ejercicio de la violencia cotidiana, los apremios físicos y un plan de dominio que se acomoda a los hechos y circunstancias de la historia política de una zona en conflicto permanente.  

Las intervenciones de Mograbi hacen de hilo conductor de los testimonios e introducen las imágenes de archivo que van dando cuenta de la historia de esos “primeros 54 años”. Los  gestos y dichos del realizador son políticos. Cuanto más dramáticos son los hechos narrados, mayor es el contraste con el tipo de humor al que recurre, lo que radicaliza el discurso. El “manual” perverso solo puede ser leído con un guiño malévolo.

“Bad Luck Banging or Loony Porn” (en la foto), del rumano Radu Jude, se presenta de modo festivo como un cuento popular dividido en tres actos.

El tríptico está precedido por las imágenes “hard” de las relaciones sexuales que mantiene la protagonista con su marido, mientras él filma la situación. En la primera parte del relato nos enteramos de que esas imágenes han llegado a un sitio porno de internet. El modo en que llegaron importa poco o nada, lo cierto es que están a la vista de todos y eso amenaza la situación laboral de la mujer, que es profesora en una escuela. Esa primera parte está filmada con una suerte de estilo realista puntuado por situaciones absurdas, pero mostradas casi al desgaire. La cámara acompaña a la profesora por las calles de Bucarest, pobladas de ciudadanos con mascarillas. Recorremos avenidas, supermercados y estaciones de autobuses. Los rumanos se reprochan mil cosas, desde el uso incorrecto de las mascarillas o el incumplimiento de la distancia social hasta la imprudencia de los conductores automovilísticos. Es el mundo de desconfianzas y temores de los tiempos de pandemia en que vivimos, pero agravados para la protagonista, en cuya subjetividad resuena  el problema del vídeo íntimo que sigue expuesto en la red.

La segunda parte del tríptico cambia de estilo. A la manera de las películas de Dušan Makavejev de los años sesenta y setenta (“Inocencia sin protección”, “Un asunto amoroso/ “La tragedia de una telefonista”, “W.R. Misterios del organismo”), Jude se aleja de la representación, echa mano a imágenes de archivo y hace una recorrido satírico, en forma de vocabulario, de la historia rumana del Siglo XX. Además de no dejar títere con cabeza, el repaso de Jude pone en evidencia las raíces de la hipocresía moralista convertida en discurso virtuoso y adopta el estilo de un ensayo provocador y libérrimo.

La parte final opta por la astracanada. Asistimos a la reunión de la escuela donde se decidirá si la profesora debe seguir en su puesto. Las intervenciones van y vienen y cada una de ellas ridiculiza los argumentos conservadores –pero también los liberales y los progresistas- que se esgrimen en los debates sobre asuntos vinculados con la “defensa” de la familia y la “protección” de la infancia. Este segmento es la contracara del primero: los colores chirrían; los ruidos urbanos son reemplazados por diálogos que se entrecruzan; cualquier asomo de realismo es dejado de lado.  Y todo conduce a una conclusión que puede seguir tres alternativas.

Son tres acercamientos, tres estilos, tres formas de expresar un gesto político.            

Ricardo Bedoya

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