Semana del cine 2021: Después del amor y El lugar de otra

La Place d'une Autre (2021) - Filmaffinity
El lugar de otra
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Después del amor (After Love, de Aleem Khan) y El lugar de otra (La place d’une autre), de  Aurélia Georges, son historias de simulación y falsas identidades. Ambas tienen en el centro a mujeres que buscan algo y se cotejan a sí mismas. En ambas, las protagonistas se enfrentan a otras mujeres y sus vínculos se sustentan en apariencias manifiestas e intenciones latentes.

En Después del amor, una de ellas parte de Dover y llega a Calais en busca de la “verdad”. En El lugar de otra, el personaje principal se aleja de su condición social y construye una “mentira” para acceder a la intimidad familiar de una rica viuda en los días de la Primera Guerra Mundial.  

Como en todos los buenos relatos de suplantación, disfraces y engaños, los ingredientes de intriga y suspenso están ahí, pero no son más importantes que los retratos de sus personajes centrales.

En Después del amor, Mary (Joanna Scanlan), impulsada por descubrir lo que ocultó el marido fallecido, ubicada en el umbral de la duda, al pie del acantilado, cuestiona su anterior lealtad o sumisión conyugal tanto como la fe musulmana que asumió. Examina su cuerpo y acaso se disgusta con él. Se convierte en testigo de un mundo distinto y de rutinas familiares que le son ajenas. Espía, observa, se ubica en las esquinas del encuadre, se mueve con sigilo, pero ese silencio le va devolviendo protagonismo. Mejor, le enseña a compartir papeles, a actuar en conjunto. A no quedarse, en adelante, sola en el escenario.

La puesta en escena está centrada en las miradas de la magnífica Joanna Scanlan y en su trayectoria, que va del derrumbe a la reconstrucción.

En El lugar de otra, la simulación es un asunto de supervivencia. Inspirada en un relato de Wilkie Collins, las tensiones son subterráneas y están disimuladas bajo las formas de un pulcro clasicismo.  El personaje que encarna Lyna Khoudri se mueve en varios frentes, el de la resistencia, el de la ambición, el del disimulo, el de la culpa, el del oportunismo, el del rechazo al prejuicio clasista, el del engaño, el de la revancha social. Siempre con el gesto de una inocencia ilusionada. Es lo que expresa la ambigüedad de su personaje, tan atractivo como el de Sabine Azéma, la viuda que la acoge.

Ricardo Bedoya

Declaración: soy director artístico de la Semana del cine.     

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