Además de ser una libre relectura y ampliación del universo náufrago de Robinson Crusoe y Viernes, “The Island” es un turbulento diario de apuntes, pensamientos y sensaciones de los protagonistas, en el que el vasto andamiaje del cine de animación de Anca Damian (Cluj-Napoca, 1962) está al servicio de la historia, que no tiene una trama concreta porque ni siquiera le hace falta.
Podemos decir que tiene como punto de partida a un Crusoe perdido en su delirio, alucinando y controlando los vaivenes de la isla desde la comodidad de una tablet que quién sabe cómo tiene. Y también que la travesía que conduce el filme toma vuelo desde el rescate del desvalido Viernes, con quien se establece un sólido lazo de amistad y lealtad.
Pero la cineasta rumana y “The Island” van mucho más allá: llevan a Crusoe y Viernes, primero juntos y luego por separado, en un viaje de exploración sobre sus vidas, sus lazos maternos, los demonios de su pasado, la búsqueda de la felicidad -llámese el paraíso-, su relación y atracción hacia los vicios y los excesos, el recuerdo de los abusos y las injusticias, y un largo etcétera. Todo planteado a manera de travesía progresiva, en la que el paso por un terreno o experiencia abre las puertas de la siguiente (como si de la vida misma se tratase).
Conforme avanza el metraje, Damian también se encarga de plantear claras sus intenciones: abordar, siempre con ingenio, la problemática mundial actual: contaminación ambiental, migración masiva, uso desmedido de armas de fuego y el abuso del empresario sobre el comunero, entre varias otras. Sale ilesa de menudo trayecto gracias a su poderoso arsenal visual, lejano de lo verosímil (lo que es una virtud, claro), con el que recrea una isla que a la vez es la mente de los personajes.
Los elementos se combinan con los cuerpos, los trazos se desdibujan al antojo de la situación -acompañados de canciones repetitivas y de pocas palabras, que abonan el trance de la travesía-, los límites de las imágenes se desbordan y los materiales se combinan entre sí, creando criaturas fantásticas que guían a Crusoe y Viernes en una aventura que estira las costuras del clásico literario que la inspira.
Jaro Adrianzén Rodríguez