Una noche sin saber nada (A Night of Knowing Nothing, 2021), primer largometraje de la directora india Payal Kapadia, tiene como columna vertebral las voces epistolares de dos personajes, L y K, pareja que enfrenta la imposibilidad de su amor a causa de la separación de castas, lo que opone a sus familias e impide su unión. Desde el inicio, se informa que las cartas fueron halladas por una estudiante del Instituto de Cine y Televisión de la India. Se trata, pues, de un caso de “textos encontrados” que serán revelados por las voces de los lectores que ocupan la banda sonora. Es una narrativa de hechos cotidianos, a la manera de un diario que mezcla confidencias con observaciones sobre la vida en el campus o detalles sobre los ejercicios audiovisuales que hace la joven enamorada.

Las imágenes, imprecisas en su definición visual, a veces filmadas en contraluces, con contornos vaporosos o con desequilibrios luminosos, parecen haberse emancipado de la necesidad de ilustrar un relato y entremezclan filmaciones caseras en 16 milímetros, imágenes de archivo, grabaciones realizadas por los propios estudiantes del instituto y representaciones ficcionales. Pese a su disparidad, todas ellas crean una atmósfera de intemporalidad y decadencia, de lánguida sensualidad y erotismo, una imaginería que parece provenir de otra época, lejana en el tiempo, captada en blanco y negro o con colores desvaídos.

Hasta que se infiltran las exigencias de la actualidad, de esa huelga estudiantil de 2015 que protesta por el nombramiento de un funcionario nacionalista, de ultraderecha, como autoridad del instituto, y que impugna al régimen de Narendra Modi y el partido nacionalista Bharatiya Janata Party. Entonces, el destino individual de la pareja se inserta en un contexto más amplio. Las luchas en el campus son también las que conmueven al país. La circunstancia de los enamorados, su drama privado, encuentra un lugar dentro de la realidad en mosaico que se empieza a descubrir, como si se levantasen las capas que ocultan una frustración antigua y profunda. Frustración que mutila expectativas personales y está provocada por un clasismo arraigado. El intimismo no está reñido con el clamor de lo político.

Ricardo Bedoya