La amante del libertador

 

Así como la producción local se está orientando en sus cauces más populares por las vías de géneros como la comedia y el terror reutilizados de modo bastante mimético de fórmulas foráneas, así también hay una matriz a la que se echa mano, a veces entremezclada, por ejemplo, en el tratamiento de las comedias.

Es el modelo televisivo de las series hechas en nuestros canales. La amante del libertador se siente como un trabajo televisivo, pese a que ofrece el elemento añadido de una dimensión fantasmal que usualmente está ausente en el espacio de la pantalla chica y en mayor medida aún cuando se trata de representaciones de la historia peruana en sus etapas colonial, de la Independencia o la república en su primer siglo.

La dramaturgia que sostiene La amante del libertador es muy tradicional y a lo más que aspira la película es a ser limpia, correcta, prolija en un sentido casi ornamental, es decir, a una producción aceptable, esa que se resume en los términos “buena fotografía, buenos decorados, buena música, buen argumento y buenas actuaciones”. Todo eso junto ni hace una buena película ni tampoco es tan cierto en el caso del segundo largometraje de Rocío Lladó.

¿Por qué?

Porque, a pesar del espacio colonial de la casona, que es el escenario principal, no se logra crear una atmósfera envolvente. Porque ni la fotografía ni la música ponen  lo suyo para activar esa atmósfera. Porque el relato que alterna dos tiempos (el presente y los años previos a la Independencia) no logra que estos dos tiempos se enriquezcan mutuamente, pues no hay flujos internos que los alimenten, más allá de los datos argumentales. Porque no hay una cadencia narrativa que le aporte espesor y fuerza a los hechos que se encadenan. Y porque no hay una modulación en la dirección de actores que “atraviese” la instancia más exterior de la interpretación. Es decir, hay un “desempeño” de los actores, mas no una verdadera interiorización expresiva de sus roles.

La impresión que deja La amante del libertador es que todo es más o menos homogéneo y plano y, por tanto, aquello que constituye la ‘originalidad’ del relato (las duplicaciones de los personajes y la instancia fantasmal) se va diluyendo a lo largo del desarrollo del film, pues este se limita a dar cuenta de los vaivenes de un relato apenas pálidamente contado, con una Wendy Vásquez en el rol principal, que no está mal, pero no rinde a la altura que su capacidad le permitía por esa ‘camisa de fuerza’ que se le impone no sólo a ella, sino a todo el equipo de actores y a todo el tratamiento del film.

Isaac León Frías

 

 

 

 

One thought on “La amante del libertador

  1. Acabo de ver la película y leyendo la crítica de arriba logro en cierta medida entender las carencias de actuación, uso de la escenografía y, si me quedó claro, de dirección. Pero creo que la película sí consigue una sintonización entre esos dos tiempo por dos razones. Por un lado está un trasfondo histórico (la Independencia del Perú) y por otro, de igual naturaleza, la revalorización del patrimonio nacional. Personalmente encuentro en estos dos puntos, que son parte de la narrativa que mueven la historia, una manera de envolver al espectador, sobre todo al peruano, en la película, puntos que al menos yo no he tomado como simples ´datos argumentales´. La película es buena, vayan a verla. Saludos.

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