Interestelar

Lo más fascinante de “Interestelar”, de Christopher Nolan, es el polvo.

Ese polvo que lo arrasa todo, luego del desastre ecológico que le ha tocado vivir al planeta Tierra.

Son partículas que impiden respirar, comer o llevar una vida normal, empañando el paisaje rural de una América agraria que se extingue.  Tienen una presencia cinematográfica notable. Poseen texturas, dan matices, tonos y color a las imágenes y otorgan carácter a los personajes principales. En otras palabras, lo mejor de “Interestelar” ocurre aquí abajo, en el maltrecho planeta, y no arriba, en esas otras galaxias a las que llegan los astronautas tratando de encontrar soluciones a la inminente extinción de la especie.

En “Interestelar”, los espacios interiores resultan más consistentes que el espacio exterior.

Y es que el polvo está ahí suspendido, persistente, manteniéndose a salvo de la avalancha de proclamas filosóficas y refractario a los asertos contundentes, las explicaciones tecnológicas, las teorías astrofísicas  y los parlamentos solemnes sobre la fuerza del amor y las dimensiones del tiempo que Nolan y su hermano Jonathan, el guionista, siembran, como testimonios de “seriedad y profundidad”,  por aquí y por allá.

Nolan es un notable cineasta de lo físico y lo material. Sabe capturar atmósferas complejas. Pinta como nadie la belleza, acaso siniestra, de un paisaje, sea el de Ciudad Gótica o el del campo arrasado de esta película. Es capaz de conmover con un gesto, un movimiento corporal o la densidad de una presencia física, como la Guy Pearce en “Memento”, o la de Heath Ledger en “Batman: el caballero de la noche”. Tiene la habilidad para inventar formas sorprendentes, elipsis que deslumbran y momentos de acción que golpean.

Y posee el poder para crear diseños visuales tan atractivos como el que muestra a Cooper (Matthew McConaughey), en la última parte de la película, atrapado en un espacio virtual hecho de tiempos múltiples, en el que se duplican las sombras y reflejos de bibliotecas infinitas, de resonancias borgianas, desde el que se ve impotente para comunicarse con Murphy, su hija.

Pero nada es suficiente para él, si no viene servido por el aura de la trascendencia dicha y subrayada.

Por eso, los momentos fuertes  de “Interestelar” son los ocurren en silencio, cuando el órgano místico y a todo volumen de Hans Zimmer se detiene y cuando Anne Hathaway y Jessica Chastain aún no aparecen o se mantienen calladas.

Son impresionantes las secuencias iniciales, las del polvo sobre los campos, las casas  y las mesas, como si la catástrofe futura fuera una prolongación de  las crisis estadounidenses pasadas o las actuales. Están filmadas evocando el estilo de los fotógrafos de la Depresión de los años treinta; es el mundo de las “Viñas de ira”, las de Steinbeck y las de Ford, pero también las del cine de William Wellman de los años treinta, y las de “Bound  for Glory”, de Hal Ashby. La catástrofe  que impulsa al desplazamiento y la migración. Y a las despedidas.

Entonces ocurren las escenas de cotejo entre Matthew McConaughey  y sus hijos; o las caídas de los libros, con el polvo  que entra por las ventanas creando un halo de fantasía, que parece  sacado de  algún momento  de epifanía luminosa de Spielberg; o las  miradas decepcionadas o impotentes entre  McConaughey y John Lithgow, cubiertos de polvo como seres fantasmales.

Y el momento más poderoso de la película: la separación del padre, su partida inevitable.

Es el vaquero llamado por  la misión de la aventura y la atracción por lo desconocido.   Pero también el hombre que  se desgarra porque viajará muy lejos, dejando lo más fuerte de sus sentimientos en aquella granja cada vez más desolada.

La de McConaughey  es la penosa alternativa que enfrentan Ethan Edwards y todos los otros “centauros del desierto”, que quieren arraigarse, pero no pueden hacerlo porque  el espíritu de riesgo que los mueve es el más fuerte.

La elipsis que sigue a la partida del  padre, trabajando a fondo las posibilidades del sonido como lazo sintáctico, es formidable. De la típica Americana saltamos al universo de la ciencia ficción.

Pero el polvo estelar no resulta más atractivo que el terrestre.

Y es que Nolan se encarga de restar  misterio a los espacios interestelares a fuerza de machacar explicaciones minuciosas y proclamar discursos fundados en teorías científicas.

Cada situación en la odisea espacial viene acompañada de una explicación de  manual.  Hasta el montaje paralelo entre los ajetreos del espacio y los de la granja resulta didáctico.

Aunque es verdad que, durante el viaje, se filtran, de cuando en cuando, imágenes que golpean.

Por ejemplo, el choque de la nave espacial con la nube congelada, o el silencio que sigue a la explosión de la nave conducida por el famoso actor invitado (no digo quién es),  o las imágenes de los astronautas caminando por el horizonte helado, o el plano de Cooper llorando ante el mensaje del hijo, son  momentos físicos que lucen la verdadera trascendencia de una película de aventuras, o de un melodrama esbozado.

Pero a Nolan esos logros lo dejan indiferente, le parecen mínimos o insignificantes. Necesita que Anne Hathaway y Jessica Chastain diserten con altoparlantes.

Se ha comparado esta película con “2001: odisea del espacio”.  ¡No, por favor!

Por más que Kubrick sea modelo mayor y referente obvio del cine de Nolan, “Interestelar” está a años luz de “2001…”. Ni perturba como lo hacía HAl en su agonía, ni impresiona como el viaje psicodélico al planeta más lejano, ni inquieta como el feto astral cerrando la película.

“Interestelar” es atractiva y parcialmente lograda, qué duda cabe, pero afectada por la solemnidad, la impostación y la manía de insertar notas al pie de cada página.

Ricardo Bedoya

One thought on “Interestelar

  1. permitame discrepar un poco con ud señor bedoya , pero al decir que para nolan nada es suficiente “si no viene servido por el aura de la trascendencia dicha y subrayada” pareciese que no quiere q arriesgue , pues yo veo que en esta pelicula nolan se a arriesgado bastante . Y sí es una pelicula que quiere dejar sentado un mensaje pero no la considero para nada solemne pues le encuentro un fundamento en que se basa cada dialogo (o discurso como ud dice) . Por otra parte luego de haber visto varias peliculas de c nolan me doy cuenta que él es mas un cineasta q se va por la realidad , por lo concreto , no es de fantasear o crear universos o atmosferas oníricas , en ese sentido el busca darle explicacion a las cosas y es por eso que nos va explicando las teorias fisicas , relativas , cuanticas , etc de cuanto sucede en los diversos momentos o viajes a los diversos planetas o al mismo agujero negro (horizonte de eventos) y eso , por lo menos para mí , me parece muy bueno pues ya es hora q el cine toque temas netamente cientificos (claro , sin hacer una explicacion universitaria pero sí por lo menos atrayente) . Tampoco lo vi mal a anne hathaway hablando de la trascendencia del amor o a jessica chastain intentando descifrar el mensaje futurista en su dormitorio mientras su papá esta en esa 5ta dimensión intentando comunicarse con su hija (secuencia notable para mí y que me hizo recordar a Dave desconectando a HAL en” 2001…”) pues ambas me parecieron consecuencias lógicas para lo que estaba proponiendo esta película . Por último esa escena sobre el final en q vemos a Matthew McConaughey abordando una nave con el robot TAROS (o algo así) sentado en la parte de atras del piloto me hizo recordar a luke skywalker y R2D2 (arturitu) en star wars , saludos .

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

*
*
Website