19 Festival de Lima: otras películas de la competencia de ficción

Otras películas de la competencia de ficción tienen aciertos aislados, pero ninguna consolida o redondea sus logros.

La tierra y la sombra, del colombiano César Augusto Acevedo, narra una historia de reencuentros y rupturas familiares ambientada en el mundo rural del cultivo de la caña de azúcar. El lugar es propicio para insertar imágenes de cenizas, provenientes de la quema de la caña, cayendo sobre los ensimismados personajes. Como si se hubiera producido un incendio cósmico, la debacle final y el fin del mundo rural. Un árbol añoso se convierte en el centro dramático de las acciones. A su sombra, que es la del pasado, los personajes se cotejan y tratan de encontrar una salida para su crítica situación. El tratamiento se sustenta en planos secuencias dilatados y trávelins de seguimiento. El tiempo pasa, moroso, y la imagen luce una composición milimétrica y acicalada que roza el academicismo.          

    

Carmín tropical, del mexicano Rigoberto Pérezcano, y 600 millas, del también mexicano Gabriel Ripstein, apuestan a los géneros para trazar retratos del México violento de estos días.

La primera sigue a Mabel, que regresa a Oaxaca para buscar al asesino de Daniela, una amiga cercana. El inicio de la película tiene un aire documental y nos descubre el mundo marginal de personajes travestidos que actúan en locales públicos. Pero Pérezcano  abandona esa atractiva ruta para orientar la acción hacia el thriller y el suspenso, antes de despejar la incógnita de la identidad del homicida. En ese tránsito,  la película pierde interés a paso acelerado.    

 

Lo más atractivo de 600 millas no lo encontramos en las secuencias de acción o en la mecánica, más bien convencional,  del “road movie” a la que se asimila, sino en los retratos breves, pero eficaces, de los “capos” del narcotráfico que aparecen. Dictadorzuelos, caudillos provincianos, matones de pueblo chico. Malvados ordinarios, representados en su cruel mediocridad.    

Alias María, de José Luis Rugeles, también mira al género para trazar el destino de una niña de trece años, enrolada por un grupo armado en la jungla colombiana. El marco es el de una película bélica, pero los combates quedan fuera del campo visual. Solo importa la percepción de la protagonista y su mirada parcial, fragmentaria, del conflicto. Y su necesidad de resistir en medio del laberinto.


La primera hora de Que horas ela volta?, de la brasileña  Anna Muylaert, promete más de lo que, al cabo, ofrece. En esta mezcla de La nana y Dioses,  destaca la actuación de Regina Casé como la empleada de una casa familiar de la alta burguesía paulista. Pero lo más sugestivo ocurre cuando un personaje inesperado llega a la casa provocando una reacción en cadena familiar que la película prefiere solo dejar apuntada.  Olvídense de Teorema. Al final,  se convierte en una “feel-good movie” más.

Ricardo Bedoya

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