“Solos” es el segundo largometraje de Joanna Lombardi, luego de “Casadentro”. Aquí, vemos a cuatro personajes en un viaje hacia la selva central (Wendy Vásquez, Diego Lombardi, Rodrigo Palacios y Alberto Rojas Apel). Cuatro son las proyecciones que contemplan ante un auditorio fantasmal.
Son cuatro los largos planos secuencias de diálogos en el interior del auto en movimiento, y cuatro las conversaciones nocturnas. Son, por último, cuatro los testimonios sobre la relación con el cine que mantienen los habitantes de los pueblos que visitan. Esa geometría, que alcanza a la composición visual, con los personajes dispuestos en parejas ocupando los lados del encuadre, sea en el auto, ante una fogata nocturna, o aprovechando la profundidad del campo en los exteriores diurnos, encierra una narrativa más suelta y libre que se descubre en sus situaciones extendidas, las derivas de la acción, los diálogos y sus sugerencias. El mundo estanco de “Casadentro” es reemplazado por la movilidad permanente.
La empresa de los protagonistas se empeña en mostrar películas, sobre una pantalla inflable, en los pueblos que van encontrando en la ruta hacia Tingo María. Pregonan funciones gratuitas y convocan a las poblaciones a acudir hacia las plazas o canchas deportivas donde harán las proyecciones. Hay una actitud planificada, pero también un gesto aventurero, en ese viaje de personajes diversos, tres peruanos y un argentino, que nunca explican sus motivaciones. ¿Preparan un documental sobre la experiencia del viaje? ¿Cumplen una tarea financiada por alguna institución? ¿Se empecinan en mostrar imágenes en movimiento en lugares donde el cine desapareció hace tiempo? ¿Aprovechan unas vacaciones para ir al encuentro de un lugar desconocido? O, tal vez, pretenden hacer todo eso a la vez. La imagen final de la película se abre a otros significados.
Ante “Solos” es imposible dejar de pensar en el filme “En el transcurso del tiempo” (“Im lauf der zeit”, 1976), de Wim Wenders. Como en esa película clave del llamado Nuevo Cine Alemán, aquí también encontramos un viaje motivado por el cine pero que abre hacia otras dimensiones: la naturaleza y límites de la amistad; el viaje por el gusto del recorrido mismo pero también por la necesidad de cotejar experiencias personales; la vivencia del recorrido que deslumbra y decepciona (el paso del túnel hacia la selva); la interrogación por el estado del cine y su presencia en la memoria de la gente; el azar de los encuentros en el camino; la experiencia climática y natural incidiendo en la propia grabación de la película: el sol que cae sobre el conductor del auto; la lluvia que empieza; la dificultad de cruzar un puente; el ruido de los insectos en la noche […]
Este artículo resume el texto publicado sobre la película en el libro “El cine peruano en tiempos digitales”.
Ricardo Bedoya