Desde el lado del corazón

A diferencia de lo que ocurre en varios países vecinos , es infrecuente ver entre nosotros documentales que evoquen o registren hechos del pasado, incluyendo materiales de archivo. Aquí los materiales de archivo se encuentran a cuentagotas y, por poner un ejemplo, el film Imaginando a Mina, sobre el célebre boxeador Mauro Mina, dirigido por Alfredo Béjar,  se surtió de imágenes fílmicas de peleas encontradas en archivos norteamericanos y no hubo una sola que se hallara en el Perú con peleas locales de Mina

De entrada, hay que destacar en Desde el lado del corazón  el aprovechamiento de imágenes filmadas en los años 60 y 70, escasas en lo que corresponde al primer periodo de Belaúnde y a los primeros años del gobierno de Velasco Alvarado; un poco más abundantes en los años posteriores, en parte debido a las propias filmaciones de Francisco Adrianzén.  Constituye, entonces, un enorme vacío la carencia o la exigüidad de imágenes  fílmicas (o de video, cuando empezó a utilizarse) sobre la historia política o social del Perú hasta 1980 y, aún cuando en este documental hay un volumen relativamente considerable frente a lo poco que se ha visto antes, la impresión de insuficiencia no deja de sentirse.

Aún así, no se le puede regatear el mérito de una tarea que se enfrenta en desventaja debido a las carencias señaladas. A propósito, hay un documental sobre el ochenio de Manuel Odría, a cargo de Mario Pozzi-Scott,  hecho con secuencias de noticiarios de la época, que esperamos esté pronto terminado y que, igual que el de Adrianzén, puede estimular a que se siga investigando en la historia de los hechos que han marcado la vida del Perú en el siglo XX.

Desde el lado del corazón privilegia el testimonio personal y deja como complemento las imágenes alusivas a los personajes o a las marchas y manifestaciones políticas. Es la voz de varios de los más representativos dirigentes de la izquierda peruana de las años que cubre el film (incluyendo a los fallecidos Carlos Iván Degregori y Javier Diez Canseco), la que ofrece el recuento y la reflexión sobre esos tiempos turbulentos.

Desde el título se pone en evidencia la perspectiva que asume el director: a partir de lo dicho por el Che Guevara en el sentido de que la sangre es roja y el corazón está ubicado al lado izquierdo,  se privilegia una mirada sentimental en la que, aún cuando las referencias apunten a las circunstancias de la época, el tono en que se dicen las cosas favorece el carácter personal y emotivo del testimonio. En algunos casos, y con claras acentuaciones musicales, sobre todo hacia el final, se hace más notorio ese lado sentimental y la impresión de toda una generación ( y más ) que entregó sus vidas a una causa política vivida casi como una experiencia de apostolado religioso.

Ahí está, sin duda, el valor testimonial de la película, pero al mismo tiempo la limitación que muestra, pues aún cuando se mencionan por momentos los dogmatismos ideológicos tan fuertemente presentes en la izquierda peruana de esos años, la autocrítica se diluye un poco en la mirada cálida y afectuosa que Desde el lado del corazón trasmite y en la exaltación de la lucha sacrificada de cuadros que participaron activamente en las brega política, pero cuya responsabilidad (para bien o para mal) se ve bastante atenuada por la complicidad que el realizador establece con sus entrevistados.

 Isaac León Frías

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