The Disaster Artist: Obra maestra

Pocas actitudes me resultan más desagradables que celebrar la nulidad de una película, por más calamitosa que ella sea. Los gestos altivos, de pura suficiencia intelectual, que llevan a festejar  lo peor, tienen las cuotas suficientes de esnobismo “cool” –o de condescendencia populista- para volverlos insoportables.  Y esas actitudes se multiplican en estos días con el tardío descubrimiento de “The Room” (2003), de Tommy Wiseau (que pueden ver aquí)

“The Disaster Artist: obra maestra”, de James Franco, cuenta la historia de la producción de “The Room”, que es una pésima película,  verdadero ladrillo desprovisto de gracia o de cualquier otro atributo. Sin embargo, se ha puesto de moda celebrar ese bodrio.[1] El filme de Wiseau es una nulidad sin atenuantes. Carece incluso de ese humor humor involuntario provocado por el candor de las películas de Ed Wood. Pero valga una precisión: “The Room”, siendo desastrosa, no es peor que muchas otros filmes, incluso que algunos realizados por aquí, muy cerca.

El márquetin de la película de Franco ha dado en la diana, logrando que legiones de colonizados comentaristas en todo el mundo repitan las monsergas “de la peor mejor película de la historia” u otros lemas semejantes impulsados por la campaña de “The Disaster Artist”.

“The Disaster Artist” lleva el mérito de recrear el empeño de Wiseau sin complacerse en el escarnio ni celebrar lo bastardo. No oculta las proporciones del desmadre que recrea en su filme, ni disimula las limitaciones del personaje principal. Los mejores momentos humorísticos de “The Disaster Artist” evocan las caricaturas involuntarias del naturalismo en el estilo del “Actor’s Studio”, deconstruido por Wiseau en cada una de sus intervenciones dramáticas. O reconstruyen sus torpezas, lapsus o furcios durante el rodaje, como en la secuencia de la azotea, que remite a una escena semejante que filmó Truffaut en “La noche americana”, con Valentina Cortese equivocándose una y otra vez en el momento de decir sus líneas.

Pero lo más atractivo de la película es el retrato de la amistad entre Wiseau y Greg Sestero. Retrato matizado, con más ambigüedades que afirmaciones.  Lo que existe entre ellos –admiración, competencia, necesidad de apoyo mutuo, deseo, o lo que fuere- solo está esbozado, sugerido.  Importan el empeño y la pasión que comparten. Por suerte, Franco se desmarca de las bobas celebraciones de “The Room”, el desastre de Wiseau y Sestero.    

Ricardo Bedoya


[1] Lo que podría entenderse en jóvenes que buscan afirmar un “gusto alternativo”, pero no en recorridos comentaristas que de “alternativos” no tienen nada, a juzgar por su santificación anual de los premios Oscar.  

3 thoughts on “The Disaster Artist: Obra maestra

  1. “The day before [I watched Edgar Ulmer’s THE BLACK CAT starring Béla Lugosi], I had lunched with Martin Landau, who plays Lugosi in the new Tim Burton movie. We discussed the possibility of an anachronistic movie in which Lugosi accepts the position of Hungarian Minister of Culture. The story is authentic: he was offered the job by János Kádár. In our film, Lugosi returns to his homeland and becomes a real-life Count Dracula whose victims are cultural dissidents. Martin Landau and I often discussed the intensely poetic character of films directed by Ed Wood, Reginald Le Borg, Ford Beebe, and others – films shot in a few days. Ther flaws are perhaps the very essence of their poetry.” – Raul Ruiz

  2. Hola, Nicolás
    Estoy de acuerdo con lo que dice Ruiz, incluso con los cineastas que menciona, a los que se podría agregar otros, como Christy Cabanne, Sam Newfield, Edward Ludwig, William Witney, entre otros. Si aprecias la “poética esencial” de, por ejemplo, películas como “El hombre del planeta X”, “Atlantis” o de “The Mummy’s Hand”, entre muchas otras que la opinión crítica mayoritaria considera atroces, entonces tendrás argumentos para defenderlas y redimir sus debilidades. El gesto detestable al que me refiero es el de reírse de la película, haciendo notoria la supuesta superioridad de tu gusto estético. Algo que resulta tan odioso como señalar los “placeres culpables” cinematográficos. Es decir, las películas “malas” que disfrutas en privado porque sería vergonzoso hacerlo en público, dada la “mala fama” que cargan. Si disfruto de una película, no siento culpa alguna por ello. Y el disfrute será público y privado, sin vergüenza.

    Ricardo Bedoya

    Ricardo Bedoya

  3. Hola Ricardo,
    Si bien el éxito de The Disaster Artist ha extendido la popularidad de The Room, sabes que esta es una película “de culto” desde hace muchos años, por lo tanto no culparía del todo al marketing al hecho de que la gente se divierta con ella.
    Por otro lado, ¿A qué te refieres cuando dices The Room carece de humor involuntario? ¿A que no te hace reír? Eso es subjetivo. Yo creo que el humor en esta película no nace de la burla tal como mencionas, sino a la seguidilla de situaciones ingenuamente absurdas mientras a la vez trata de ser tomada en serio, y de la presencia de Tommy Wiseau que parece no tener conciencia de si mismo, ¿Eso no es humor involuntario?

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