Es uno de los mejores documentales que se hayan hecho: en “Videogramas de una revolución”, de Harun Farocki, el derrumbe del régimen dictatorial de Ceaucescu da pie a un ensayo fascinante sobre la naturaleza ilusoria y manipuladora de las imágenes y los sonidos de la información televisiva. Farocki desmonta, con documentado rigor, el lado oculto de la llamada objetividad periodística. Vemos cómo se construyen las “realidades” de la noticia oficial y de la contrainformación. Esta película, como las otras del foco dedicado a Farocki, es fundamental.
Hay dos títulos que llegan con las mejores referencias: “Cercanía”, del ruso Kantemir Balagov, y “La desaparición”, del rumano Constantin Popescu.
También prometen “Helada”, del lituano Sharunas Bartas; “Madre aterradora”, de Ana Urushadze, y “Pequeño cruzado”, del checo Václav Kadrnka.
Destacan “No me toques”, de Adina Pintilie, ganadora del Oso de Oro del Festival de Berlín de este año, y la francesa “Los chicos salvajes”, de Bertrand Mandico.
Ricardo Bedoya