“Toy Story 4” prolonga la notable franquicia de Pixar-Disney y trae nuevos personajes.
El principal es Forky, un tenedor de manualidad escolar que moviliza al pelotón de clásicos juguetes que parten a rescatarlo del peligro. Por cierto, Woody es el personaje principal, pero se le une Be Boop, esa muñeca de porcelana que había sido choteada de la película anterior. La pastorcita anacrónica se convierte en una mujer decidida y arriesgada y desplaza el protagonismo de Buzz. Signo de los tiempos.
Lo mejor es el ambiente de la tienda de antigüedades donde se desarrolla buena parte de la película. En esa cámara de las maravillas, cada esquina esconde una sorpresa. Nuestra guía en el recorrido es la engreída muñeca Gabby Gabby, que puede ser muy amable y sonriente, pero también siniestra como Annabelle. Y más oscuros aun son sus servidores, esos muñecos de ventrílocuo que la pasean y cumplen sus caprichos. Cuanto más serviles, más macabros
Pero ese lado oscuro no es el único que enfrentan esos juguetes que se animan cada vez que los seres humanos desaparecen de escena. En verdad, la verdadera amenaza para Woody y sus amigos es el crecimiento de sus dueños. Cuando un niño deja atrás el tiempo de los juegos, ellos encaran el riesgo del desuso, del deterioro o del volverse desechos. Es decir, de irse al tacho de basura. O de terminar en una tienda de antigüedades. O en un museo de juguetes. Corren el peligro de convertirse en parias.
Pero ese sentimiento terminal, que daba mucha fuerza al episodio anterior de Toy Story, aquí solo queda apuntado. Esta es una película agradable, ingeniosa y con momentos brillantes, pero no tiene el costado a la vez entrañable e inquietante de las otras.
Es como si el nuevo Toy Story se arrepintiera de las libertades que se tomó en su tercera entrega. Carece del dinamismo a lo Chuck Jones de la anterior. Atenúa los guiños intertextuales a los géneros clásicos del cine, como el western y el filme de aventuras con rescate en el último minuto, a la manera del cine silente. Y al horror. Sobre todo a este último, con sus sombras expresionistas, su pandilla de niños decapitadores, y su ironía de llamar Sunnyside a esa guardería convertida en un espacio de vigilancia panóptica.
Toy Story 3 enfrentaba a los juguetes a su inminente mortalidad, y eso resultaba emocionante y terrorífico a la vez. Toy Story 4 es una divertida correría en el estilo tradicional de Emilio y los detectives. La pandilla parte al rescate y se mete en apuros.
Es probable que venga otro episodio de Toy Story. El final de la película lo deja todo listo. Y los resultados de taquilla han sido formidables. Eso seguro animará a Pixar y Disney para seguir con la aventura.
Ricardo Bedoya