Noé

 

 

¡Cómo no extrañar a Cecil B!  Sus historias bíblicas tenían la ingenuidad y la fuerza colorista de un imaginero popular, la capacidad para deslumbrar del presentador de un circo de tres pistas, y el sentido del espectáculo de un hombre que nació con Hollywood y envejeció en él. Y, además, era un viejo salaz: ¿recuerdan la sensualidad de Hedy Lamarr en “Sansón y Dalila”?

El que vio “Los diez mandamientos” en su infancia, en la pantalla del cine Tacna o de cualquier otro de gran pantalla, no olvida jamás la belleza irreal de sus colores.

El “Noé”, de Darren Aronofsky, es tan opaca y desganada como su tratamiento fotográfico, de colores terrosos. Pero lo más irritante es que, desde el arranque, con voz altisonante, la película nos propina lecciones: Que cuidemos la tierra y el ambiente, que evitemos el consumo de carnes animales, que mantengamos el equilibrio natural. So pena, claro, de diluvio. Las mejores intenciones proclamadas con el énfasis de una lección escolar. Noé es una fábula ecológica en onda mística y tono malhumorado, aun más obvia y engolada que “La fuente de la vida”.

¿Y el Arca y los animalitos?

Los que esperan la exhibición del bestiario y gran parada animal, es mejor que recurran al episodio de “La Biblia…en sus inicios”, de John Huston. Lo mejor de esa película era el delicioso episodio de Noé, con el viejo Huston, en la puerta del Arca, haciendo de divertido anfitrión de las especies más disímiles. La fauna digital de Aronofsky es más dócil que mascota faldera y está poseída por un extraño letargo: duermen y duermen durante toda la húmeda travesía. Digamos que los animalillos  carecen de función dramática porque el episodio del diluvio es solo un pretexto para que Aronofsky se mande otro rollo, esta vez de resonancias sociológicas y, acaso, políticas: un exasperado Noé demuestra que los conductores iluminados, poseídos por una misión salvífica, que creen ser líderes de una ciudadela sitiada, no son más que peligrosos fanáticos.

Lo más gracioso de todo este sancochado es el costado deicida que exhibe la película. Hollywood desafia al Creador. Si él modeló a Adán y a Eva, seres frágiles y mortales, Hollywood crea aquí a unos Transformers con cuerpo de roca y espíritu luminoso: ángeles capaces de derrotar a la estirpe de Caín.

Ricardo Bedoya

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