Festival de Lima:Cold in July

Empieza como una versión texana y ochentera de “Cabo de miedo”, en la versión original de J. Lee Thompson, con un nocturno Sam Shepard amenazando al buen padre de familia con el que tiene una deuda pendiente.

Pero este esbozo de thriller se desvía muy pronto de ese punto de partida para enrumbar hacia derroteros inesperados, tanto más inverosímiles cuanto más potentes e imaginativos.

“Cold in July”, de Jim Mickle, es un ejercicio de cinefilia pura y dura que recorre, sin pudor, y cosechando todos los excesos, los caminos variados de la ficción “pulp”, de la serie B, del cine criminal gótico sureño, de la fábula irónica en el estilo disparatado de algunos títulos de los Coen, del western de aprendizaje, del cine de aventuras crepusculares, del mito de las “snuff movies”, de la nostalgia por el “neonoir” de los años ochenta,  y del culto a Sam Peckinpah.

Mickle narra una tragedia familiar con todas las de la ley: el destino inevitable que cruza los caminos de dos padres de familia. Uno que intenta proteger su precaria “normalidad”. El otro, que avanza hacia el enfrentamiento final con su hijo, ese desconocido. Más allá de su seductora apariencia de filme de género, “Cold in July” dramatiza situaciones perturbadoras, tanto como las de “Una historia de violencia”, de Cronenberg: la violencia del hombre común, ejercida por la mejor de las causas, se muestra en todo su dimensión irracional y regresiva.

Ricardo Bedoya     

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