En la sección Rememoria Cusco, se exhibe esta película realizada por Luis Figueroa en 1975.
Registro documental de la festividad que los campesinos de dos comunidades vecinas de las alturas del Cusco llevan a cabo cada año en las pampas de Chiaraq’e. El encuentro consiste en un combate encarnizado en el que se danza, se bebe y se disputa una batalla de piedras lanzadas con hondas. La costumbre se remonta a tiempos ancestrales y se actualiza cada año con el fin de que la sangre derramada fertilice la tierra.
La diestra y móvil cámara de 16 mm. del cusqueño Jorge Vignati, involucrada en las acciones a la manera de una extensión del brazo del operador, permite apreciar la intensidad del júbilo de la celebración y el dolor de las heridas luego del combate. La cinta es un testimonio de primera mano sobre ese combate ritual. Como en los documentales de la llamada “Escuela del Cusco”, la intención que impulsa la cinta de Luis Figueroa es la de dar cuenta de un mundo inédito para el cine.
El ritual del Chiaraq’e está filmado con una precisa capacidad de observación. El carácter estremecedor o chocante de la violencia no es motivo de comentarios, juicios o explicaciones por parte del realizador, que se limita a “estar allí”, a la manera de un reportero que desafía la trayectoria de las piedras lanzadas con diestras hondas.
La cinta adolece de una frágil estructuración, de escasa dinámica, de dificultades para sintetizar y dejar en claro los sentidos del rito y, por cierto, para transmitir la visión cosmogónica de una cultura que desafía con sus prácticas a la otra, “dominante, pragmática, agresiva”, a decir de Figueroa.
A pesar de esas carencias y de su aspecto algo informe de “copia de trabajo”, suerte de magma de valiosas imágenes documentales a la espera de un trabajo de edición riguroso, Chiaraq’e, batalla ritual es una de las películas testimoniales más logradas que se hayan hecho en el Perú sobre el mundo andino.
En 1975, la Comisión de Promoción Cinematográfica le niega a Chiaraq’e, batalla ritual el derecho a la “exhibición obligatoria” que permitía la ley de cine vigente por entonces. Argumenta que la película ofrece una visión “bárbara” de las costumbres indígenas que el gobierno de las Fuerzas Armadas de entonces había empezado a erradicar y humanizar. La virtual prohibición lleva a Perucinex, la empresa productora, de propiedad del distribuidor Juan Barandiarán, a trozar el largo en varias cintas cortas que se exhiben sin lograr mayor repercusión. Una copia de Chiaraq’e, batalla ritual es exhibida en el exterior con el título Los hijos de Tupac Amaru.
Ricardo Bedoya